La ola de calor en el centro-sur de Chile: un desafío que revela grietas en la gestión ambiental y social

La ola de calor en el centro-sur de Chile: un desafío que revela grietas en la gestión ambiental y social
Actualidad
Medioambiente
2025-11-22
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- Temperaturas extremas que superan los 40 grados en O’Higgins, Maule y Ñuble.

- Riesgo elevado de incendios forestales en regiones vulnerables.

- Debate político y social sobre la preparación y respuesta estatal ante emergencias climáticas.

Una ola de calor histórica sacudió el centro-sur de Chile entre el 20 y 22 de noviembre, dejando en evidencia no solo la vulnerabilidad climática de la zona, sino también las tensiones políticas y sociales que emergen cuando el termómetro se vuelve enemigo.

Entre el 20 y 22 de noviembre de 2025, las regiones de O’Higgins, Maule y Ñuble enfrentaron temperaturas que rozaron los 40 grados Celsius, según reportes meteorológicos oficiales. Esta situación generó una alerta roja por riesgo extremo de incendios forestales, movilizando a autoridades y comunidades en una carrera contrarreloj para mitigar daños.

Un termómetro que no miente: el contexto y la evolución

La ola de calor fue anticipada por expertos, quienes advirtieron que se trataba de un fenómeno prolongado, con temperaturas máximas sostenidas por más de tres días consecutivos en niveles fuera de lo común para la temporada. La meteoróloga Viviana Urbina, citada por Meteored, señaló que 'el núcleo de temperaturas extremas se moverá hacia el centro sur durante el domingo, dejando máximas que se acercarían peligrosamente a los 40 °C en sectores de O’Higgins, Maule y Ñuble.'

El Presidente Gabriel Boric, en un llamado público el 22 de noviembre, urgió a la población a tomar 'todas las medidas de precaución para evitar incendios', alertando sobre la gravedad del escenario. Sin embargo, la ola de calor y sus consecuencias pusieron en evidencia las dificultades estructurales para enfrentar emergencias climáticas en Chile.

Voces encontradas: política, comunidades y expertos

Desde el oficialismo, la narrativa se centró en la necesidad de fortalecer la coordinación interinstitucional y acelerar políticas de adaptación climática. El Ministerio del Medio Ambiente destacó los avances en planes de prevención de incendios, aunque reconoció que la magnitud de la ola superó las capacidades actuales.

En contraste, sectores de oposición y organizaciones sociales criticaron la falta de inversión en infraestructura y recursos humanos para la prevención y combate de incendios, apuntando a una gestión estatal insuficiente y a la persistente vulnerabilidad de comunidades rurales y campesinas. 'No basta con alertas y llamados, necesitamos políticas concretas que protejan la vida y los territorios', afirmó una dirigente vecinal de Ñuble.

Por su parte, expertos en cambio climático advierten que fenómenos como esta ola de calor serán cada vez más frecuentes e intensos, producto de la crisis climática global. La doctora en ciencias ambientales, María López, señaló que 'Chile debe replantear urgentemente su modelo de gestión ambiental y territorial para evitar que estas tragedias se conviertan en rutina'.

Consecuencias visibles y lecciones a mediano plazo

La ola de calor dejó un saldo variable: incendios menores controlados a tiempo, pero también daños en la agricultura local, afectación a la salud pública por golpes de calor y estrés térmico, y un aumento en la preocupación ciudadana respecto a la capacidad de respuesta estatal.

Además, este episodio ha reactivado el debate sobre el cambio climático en la agenda pública y política, con llamados a una mayor inversión en prevención, educación ciudadana y políticas de mitigación. La tensión entre el desarrollo económico regional y la protección ambiental se vuelve cada vez más evidente, con comunidades que exigen un rol más activo y justo del Estado.

Constataciones finales

La ola de calor de noviembre de 2025 en el centro-sur de Chile no fue solo un fenómeno meteorológico extremo, sino un espejo que refleja las fragilidades y desafíos de un país en transición climática. Las voces enfrentadas —desde el gobierno, la oposición, expertos y comunidades— muestran que no existen soluciones simples ni consensos plenos, pero sí una urgencia compartida: adaptarse y proteger.

Este episodio confirma que la gestión del cambio climático en Chile debe avanzar más allá de la reacción inmediata para incorporar una mirada integral, que contemple la diversidad territorial, social y política. Solo así podrá transformarse la catarsis de la desgracia ajena en un aprendizaje colectivo que evite tragedias mayores.

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Fuentes consultadas: La Tercera, Meteored, declaraciones oficiales del Presidente Gabriel Boric, entrevistas con expertos y dirigentes sociales.