
Un respiro en la tormenta bursátil global parece haberse producido en la plaza chilena, que el pasado 8 de julio de 2025 mostró un repunte leve, pero cargado de simbolismo. El IPSA subió un 0,3%, impulsado principalmente por las acciones de SQM-B y Falabella, justo después de que Estados Unidos anunciara una pausa en la implementación de nuevos aranceles comerciales, en medio de una escalada de tensiones que ha sacudido los mercados mundiales durante meses.
Este episodio no es un simple movimiento técnico, sino la expresión de un escenario de incertidumbre que se ha vuelto la norma. Wall Street mostró un comportamiento mixto: el Nasdaq subió un 0,2%, el S&P 500 se mantuvo plano y el Dow Jones cayó un 0,2%, mientras que las bolsas asiáticas cerraron con ganancias, reflejando un mosaico de reacciones ante la guerra comercial en curso.
Desde la perspectiva de los analistas financieros, la pausa anunciada por el presidente estadounidense Donald Trump —que pospone la imposición de aranceles hasta el 1 de agosto— es vista como un intento táctico para ganar tiempo en las negociaciones. Dan Coatsworth, analista de AJ Bell, señaló que esta "estrategia rodante" mantiene a los mercados en vilo, con constantes idas y venidas que dificultan cualquier predicción sólida. Para Chile, país altamente dependiente de la exportación de materias primas, esta incertidumbre es un factor de riesgo que se traduce en volatilidad y cautela.
En el sector empresarial local, el repunte de acciones como SQM-B, vinculada al litio y otros minerales estratégicos, es interpretado como una señal positiva. Sin embargo, expertos en economía advierten que no debe confundirse un rebote técnico con una recuperación sostenida. La economista Paula Méndez afirma que "la economía chilena está atrapada en un limbo, donde los indicadores muestran señales contradictorias y la dependencia de factores externos sigue siendo un talón de Aquiles".
Por otro lado, representantes sindicales y organizaciones sociales destacan que la volatilidad de los mercados no siempre se traduce en mejoras para la ciudadanía. Según Luis Rojas, dirigente sindical, "las fluctuaciones bursátiles no alivian la precariedad laboral ni la desigualdad estructural que enfrenta el país". Esta mirada pone en evidencia la distancia entre los indicadores financieros y las realidades sociales.
Chile no es ajeno a los ciclos de incertidumbre global. La historia reciente muestra que las tensiones comerciales internacionales tienen impactos profundos en la economía local, especialmente en sectores clave como la minería y el comercio. El IPC de junio registró una caída del 0,4% mensual, lo que ha alimentado expectativas de recortes en la tasa de interés por parte del Banco Central, una medida que podría estimular la economía, aunque con riesgos inflacionarios.
Lo que queda claro tras este episodio es que la bolsa chilena no opera en un vacío, sino que está profundamente influenciada por dinámicas globales complejas y cambiantes. La pausa en la guerra comercial estadounidense ofrece un respiro temporal, pero no elimina la incertidumbre ni los riesgos.
Las distintas voces —desde analistas financieros, empresarios, hasta sindicatos— revelan una tensión que no se resuelve con un simple repunte bursátil. Chile enfrenta el desafío de navegar entre la volatilidad externa y las demandas internas por mayor equidad y estabilidad.
En definitiva, el alza del IPSA es un síntoma más de un escenario global en reconfiguración, donde la paciencia y el análisis crítico son las mejores herramientas para entender qué viene después.