
En un escenario donde la inteligencia artificial (IA) se ha convertido en un eje transformador global, Chile destaca como el país líder en adopción de IA generativa en Latinoamérica. Según un informe de Coursera publicado en julio de 2025, las inscripciones a cursos relacionados con esta tecnología crecieron un 334% interanual, posicionando a Chile a la vanguardia regional en capacitación y uso de herramientas como ChatGPT, Gemini y Grok.
Este fenómeno no es casualidad. “Cada estudiante que se forma con Coursera en Chile es parte de una transformación más grande: la de un país que apuesta por el conocimiento como motor de crecimiento”, señala Gilbert Leiva Ángulo, presidente de i-ED, representante de Coursera en Latinoamérica. Además, Chile lidera el Índice de Madurez de IA en la región, un indicador que mide la preparación y adopción tecnológica, y ocupa el tercer lugar en desarrollo de habilidades generales con competencias del 67% en negocios, 55% en tecnología y 50% en ciencia de datos.
Sin embargo, esta historia de éxito también revela tensiones y desafíos. Por un lado, el crecimiento en la adopción de IA aún no se traduce en un impacto económico sostenido: el PIB chileno permanece en torno al 2% anual, una cifra que invita a preguntarse si la capacitación digital está generando valor tangible en la economía real o si el país está atrapado en un ciclo de formación sin aplicación productiva inmediata.
Por otro lado, persisten brechas de género en el acceso a la formación digital. Solo el 30% de las inscripciones en áreas STEM corresponden a mujeres, un dato que expone las barreras estructurales y culturales que limitan la equidad en un sector clave para el futuro tecnológico y económico del país.
Desde una perspectiva política y social, las posturas se dividen. Algunos sectores ven en el liderazgo chileno una oportunidad para consolidar un modelo de desarrollo basado en la innovación y el capital humano, promoviendo políticas públicas que incentiven la ética y el uso responsable de la IA. Otros advierten que sin una estrategia integral que vincule la formación con la generación de empleo y la inclusión social, el avance tecnológico puede profundizar desigualdades y generar disrupciones laborales sin redes de protección adecuadas.
En el plano regional, el caso chileno se presenta como un laboratorio para América Latina. Mientras países vecinos avanzan a ritmos más lentos, la experiencia chilena muestra el potencial y los riesgos de una adopción acelerada de tecnologías disruptivas sin un correlato claro en la transformación productiva y social.
En definitiva, el liderazgo de Chile en IA generativa es un hecho incontrovertible, pero también un desafío abierto. La pregunta que queda en el aire es si este liderazgo se traducirá en un verdadero salto cualitativo para la economía y la sociedad o si será un espejismo tecnológico que requiere ajustes profundos para cumplir su promesa.
Esta historia, en plena construcción, invita a un debate serio y plural, donde converjan expertos, políticos, empresas y ciudadanía para definir el rol que la inteligencia artificial debe jugar en el Chile del futuro.