
El 2 de septiembre de 2025 marcó un punto de inflexión en la estrategia estadounidense contra el narcotráfico, cuando fuerzas militares comenzaron a atacar embarcaciones sospechosas de transportar drogas en aguas del Caribe. Desde entonces, se han registrado 43 muertos en estos operativos, que el gobierno de EE.UU. justifica como parte de una lucha contra “narcoterroristas”. Sin embargo, el análisis de las rutas del narcotráfico y las voces regionales plantean un escenario mucho más complejo y contradictorio.
Expertos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y organismos como el Centro Internacional de Investigación y Análisis contra el Narcotráfico Marítimo (CIMCON) coinciden en que la principal vía de entrada de cocaína a EE.UU. no es el Caribe, sino el Pacífico. En 2019, el 74% de la cocaína destinada a EE.UU. transitó por esta ruta, mientras que solo un 16% lo hizo por el Caribe occidental.
Este dato es relevante porque las operaciones militares estadounidenses se concentran en el Caribe, donde las incautaciones representan un porcentaje pequeño del total. La llamada "vía del Pacífico" conecta a los países productores andinos —Colombia, Perú y Bolivia— con México y luego la frontera terrestre hacia EE.UU., siendo la ruta predominante para la droga.
Por otro lado, el fentanilo, el opioide sintético que más muertes por sobredosis causa en EE.UU., se produce casi exclusivamente en México con precursores asiáticos, y no transita por las rutas marítimas atacadas en el Caribe. “No tenemos evidencia de que la cadena de suministro del fentanilo ilícito involucre a Sudamérica en niveles significativos”, señala Antoine Vella, investigador de UNODC.
El gobierno estadounidense, representado por figuras como el secretario de Defensa Pete Hegseth, sostiene que los ataques a las narcolanchas son una medida necesaria para proteger a sus ciudades de la “muerte y destrucción” que traen los narcotraficantes. Sin embargo, no se han presentado pruebas claras que vinculen directamente las embarcaciones atacadas con cargamentos significativos de fentanilo o cocaína.
En contraste, expertos regionales y analistas internacionales plantean que estas operaciones tienen un trasfondo político. “Se trata de un intento de cambio de régimen”, afirma Christopher Sabatini, investigador de Chatham House, en referencia a la presión de EE.UU. sobre Venezuela y el aumento de la presencia militar en el Caribe. La administración Trump ha señalado directamente al presidente Nicolás Maduro como parte de un supuesto "Cartel de los Soles", acusación que Maduro rechaza.
Además, la tensión se extiende a Colombia, donde el presidente Gustavo Petro fue incluido en la lista de sanciones de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de EE.UU., bajo la acusación de fomentar la producción de drogas, a pesar de sus esfuerzos públicos contra el narcotráfico. Petro respondió con firmeza, calificando la sanción como una paradoja.
La presión estadounidense sobre México para combatir el narcotráfico, sumada al aumento global en la producción y consumo de cocaína —que alcanzó un récord de 3.708 toneladas en 2023 según el UNODC—, ha provocado un desplazamiento de las rutas hacia el Caribe y otras zonas insulares. Esta dinámica, conocida como "efecto vejiga", describe cómo al apretar una ruta, el flujo se desplaza hacia otra.
Países como República Dominicana, Puerto Rico, Trinidad y Tobago y Curazao han ganado relevancia como puntos de tránsito, no solo hacia EE.UU., sino también hacia Europa. Este fenómeno complica la lucha antidrogas y genera nuevas tensiones regionales.
La estrategia militar estadounidense en el Caribe ha dejado un saldo de decenas de muertos y una escalada de tensiones diplomáticas con países de la región. Sin embargo, las evidencias indican que las rutas más significativas del narcotráfico hacia EE.UU. siguen siendo otras, principalmente por el Pacífico y la frontera terrestre con México.
Este desajuste entre la narrativa oficial y los datos disponibles abre interrogantes sobre los verdaderos objetivos de la política estadounidense: ¿es una lucha contra el narcotráfico o una estrategia geopolítica para presionar y desestabilizar gobiernos incómodos?
Mientras tanto, la producción y consumo de drogas continúan creciendo, y las rutas se adaptan a la presión, dejando en evidencia que el problema es mucho más complejo que una simple batalla contra las narcolanchas. La historia sigue en desarrollo, con actores enfrentados en un escenario donde la tragedia, la política y la seguridad se entrelazan sin soluciones claras a la vista.
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Fuentes: BBC News Mundo, UNODC, CIMCON, International Crisis Group, declaraciones oficiales de EE.UU. y gobiernos latinoamericanos.