
En un escenario donde el Gobierno ha comenzado a postergar pagos presupuestarios hasta marzo de 2026, la candidata presidencial de la UDI, Evelyn Matthei, se reunió con senadores de Chile Vamos para abordar la creciente crisis financiera que atraviesa el país. La advertencia fue clara: “no hay un peso” para enfrentar las emergencias en seguridad ciudadana y empleo, dos de las preocupaciones más acuciantes para los chilenos.
En el epicentro de esta tormenta, la oposición de derecha intenta recomponerse. Matthei, que ha perdido terreno en las encuestas frente a José Antonio Kast y Jeannette Jara, busca consolidar un bloque parlamentario fuerte que permita enfrentar el complicado escenario presupuestario. “Tenemos una tremenda tarea, que es básicamente ganar las elecciones presidenciales y lograr el mejor resultado posible en materia parlamentaria”, afirmó la candidata.
Sin embargo, las tensiones internas son evidentes. La incorporación de figuras como Carmen Gloria Aravena, ex militante del Partido Republicano que regresó a Chile Vamos, refleja la dinámica de un sector que intenta cerrar filas pese a diferencias ideológicas.
Desde la UDI, Luz Ebensperger enfatiza que la unidad es indispensable para “cambiar este mal gobierno y obtener buenos resultados en la lista parlamentaria”. En tanto, Rodrigo Galilea (RN) subraya la necesidad de que la oposición represente a la mayor cantidad posible de ciudadanos, buscando un equilibrio entre diversidad y cohesión.
Por otro lado, sectores más críticos dentro del oficialismo y la centroizquierda observan con preocupación cómo la crisis financiera limita la capacidad del Estado para responder a demandas sociales urgentes. Algunos expertos apuntan que la postergación de pagos y el aumento del endeudamiento podrían profundizar la desigualdad y la desconfianza ciudadana.
La postergación de pagos presupuestarios y la falta de recursos para políticas públicas impactan directamente en la calidad de vida de millones de chilenos. La inseguridad ciudadana, con un aumento de delitos en varias regiones, y el alza en las tasas de cesantía, especialmente en sectores vulnerables, son síntomas palpables de una crisis que no se resolverá con discursos ni promesas electorales.
Además, la fragmentación política y la urgencia por la unidad en la oposición plantean un dilema: ¿es posible construir un proyecto común que supere diferencias internas y responda a las demandas ciudadanas con eficacia?
La reunión de Matthei con senadores de Chile Vamos no solo expuso la gravedad del déficit fiscal, sino que también puso en relieve la complejidad de una oposición que debe navegar entre la fragmentación y la necesidad de cohesión. La crisis presupuestaria no es un problema aislado, sino un síntoma de tensiones estructurales en la política y la economía chilenas.
En definitiva, la advertencia de que “no hay un peso” es, más que un dato económico, un llamado a la reflexión profunda sobre el rumbo del país y la capacidad de sus actores políticos para ofrecer soluciones reales y sostenibles. La próxima elección presidencial y parlamentaria será, en este contexto, una batalla donde se juega no solo el poder, sino la viabilidad misma del Estado para responder a sus ciudadanos.