
Un bloque en tensión que busca cohesión. El 7 de julio de 2025, Evelyn Matthei, candidata presidencial de Chile Vamos, reunió en su comando en Las Condes a todos los senadores de la coalición, incluyendo a la senadora Carmen Gloria Aravena, exmiembro del Partido Republicano que renunció en abril. Esta cita no solo fue un gesto de unidad, sino un intento explícito de fortalecer las campañas presidencial y parlamentaria de cara a las elecciones de noviembre, en un escenario marcado por urgencias sociales y económicas que han tensado el tejido político del país.
Matthei expuso con énfasis la gravedad de la situación nacional: una emergencia en seguridad ciudadana que se ha profundizado y una crisis de empleo que golpea especialmente a las mujeres, con niveles de cesantía que calificó como “absolutamente inaceptables”. En su diagnóstico, la falta de recursos y el endeudamiento del Estado complican aún más la gestión pública, anticipando un debate presupuestario complejo para 2026.
Desde el comando, la candidata transmitió un mensaje claro: la coalición debe desplegarse territorialmente y fortalecer su presencia para revertir el curso actual. “Hay mucho por hacer, pero hemos visto que hay una disposición total de todos los senadores y senadoras”, afirmó, destacando el respaldo de Aravena como un símbolo de la voluntad de unidad.
Una senadora que simboliza las fracturas y las alianzas emergentes. Carmen Gloria Aravena, quien dejó el Partido Republicano tras cuestionamientos internos, se mostró explícita en su apoyo a Matthei. “Hoy día hay que apostar por lo correcto, hoy día Chile está viviendo una crisis muy grande. Estamos, probablemente, en la crisis más grande en más de 50 años”, señaló, marcando la envergadura del desafío político.
Aravena reivindicó su identidad de centroderecha y su decisión de sumarse a la campaña de Chile Vamos como un acto pragmático y estratégico, que pretende capitalizar el descontento y la fragmentación que afectan a la derecha tradicional y a sus satélites políticos.
Perspectivas encontradas y desafíos por delante. Este encuentro y la manifestación pública de apoyo evidencian una coalición que, pese a sus diferencias y rupturas previas, busca consolidar un frente común para las elecciones. Sin embargo, analistas políticos advierten que la cohesión podría ser efímera si no se abordan las tensiones internas y las demandas sociales que atraviesan a sus bases.
Por un lado, sectores más duros de la derecha cuestionan la apertura hacia exrepublicanos y temen diluir su identidad política. Por otro, voces moderadas apuestan a una estrategia inclusiva que permita captar electores desencantados y enfrentar con fuerza a la centroizquierda y a los movimientos sociales.
En términos regionales, el respaldo de Aravena, con fuerte arraigo en La Araucanía, abre una ventana para reforzar la presencia de Chile Vamos en zonas con alta conflictividad social y demandas históricas, aunque también genera expectativas sobre cómo se abordarán estos temas en el programa de gobierno.
Verdades y consecuencias visibles. La reunión del 7 de julio no fue un simple acto protocolar; fue la puesta en escena de una coalición que se juega su futuro en medio de emergencias nacionales y una ciudadanía cada vez más exigente y polarizada. La apuesta de Matthei y su equipo es clara: capitalizar la crisis para construir una narrativa de orden, empleo y seguridad.
Sin embargo, la realidad del país, marcada por desigualdades profundas y una demanda creciente por justicia social, plantea un escenario donde la unidad política debe ir acompañada de propuestas concretas y sensibles a la diversidad de voces que componen Chile. La campaña que se desplegará en los próximos meses será, sin duda, un coliseo donde se medirán no solo fuerzas electorales, sino también la capacidad de la derecha para reinventarse y dialogar con un país que reclama cambios urgentes.
Fuentes consultadas incluyen reportajes de La Tercera, análisis de expertos políticos y declaraciones públicas de los protagonistas.