
Una comisión experta presentó en julio de 2025 al Presidente Gabriel Boric una propuesta innovadora para actualizar la medición de la pobreza en Chile, un tema que ha permanecido casi inalterado desde 2013. El informe, resultado de un trabajo transversal y autónomo iniciado en enero de 2024, busca reflejar las nuevas realidades sociales y económicas del país, incorporando no solo ingresos sino también dimensiones multidimensionales de la pobreza.
Esta revisión no es un mero ajuste técnico. Es un desafío que pone en jaque definiciones y políticas públicas vigentes, mientras enfrenta críticas y expectativas de diversos sectores.
El equipo que entregó el informe está compuesto por economistas, sociólogos, ingenieros y especialistas en políticas sociales, entre ellos Osvaldo Larrañaga, presidente de la comisión, y la ministra de Desarrollo Social, Javiera Toro. “Cuando un país progresa, también tiene que evolucionar y ser más exigente en los instrumentos de medición: cómo nos medimos, cómo medimos nuestra pobreza, nuestra desigualdad”, afirmó Toro tras la entrega.
Larrañaga complementó: “A medida que se acrecienta el desarrollo, se hacen más exigentes los mínimos sociales que la población entiende que deben satisfacerse para vivir una vida digna en lo material”. Esta frase refleja una tensión fundamental: la pobreza no es solo cuestión de números, sino de estándares sociales y culturales que cambian con el tiempo.
El informe propone actualizar los umbrales y ampliar las dimensiones evaluadas, incluyendo factores como acceso a servicios, condiciones habitacionales y redes de apoyo social. Esto implica un posible aumento en las cifras oficiales de pobreza, un escenario que ha generado debate político.
Desde sectores conservadores, se advierte que una medición más estricta podría estigmatizar a amplios sectores y presionar el gasto público. En cambio, organizaciones sociales y académicos progresistas ven en esta actualización una oportunidad para diseñar políticas más efectivas y justas, que reconozcan la complejidad de la pobreza chilena.
En regiones, donde la pobreza multidimensional afecta con particular fuerza a pueblos originarios y comunidades rurales, la propuesta ha sido recibida con esperanza y cautela. “Necesitamos que nos midan con ojos que entiendan nuestra realidad, no solo con criterios urbanos y económicos”, comenta una líder mapuche de La Araucanía.
Por otro lado, ciudadanos urbanos manifiestan preocupación sobre cómo estos cambios impactarán en los programas sociales y en la percepción pública de la pobreza.
La actualización metodológica representa un momento clave para Chile: es un llamado a repensar qué entendemos por pobreza y dignidad, y cómo las políticas públicas deben responder a ello. La medición vigente desde 2013 ha quedado desfasada frente a los cambios sociales, económicos y culturales de la última década.
Sin embargo, el proceso no está exento de riesgos: la politización del tema puede dificultar la implementación de recomendaciones y alimentar discursos polarizados. El desafío estará en manejar esta tensión y traducir el nuevo marco en acciones concretas que efectivamente mejoren las condiciones de vida.
En definitiva, Chile está frente a un espejo: la forma en que mida y entienda su pobreza definirá no solo políticas, sino también su compromiso con una sociedad más justa y equitativa.
2025-11-05
2025-11-07
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