
El pulso político de la candidatura presidencial de Jeannette Jara se ha definido con una decisión que, lejos de apaciguar las aguas, ha encendido un coliseo de debates y tensiones en la centroizquierda chilena. A comienzos de julio de 2025, Jara confirmó que no suspendería su militancia en el Partido Comunista (PC), a pesar de las presiones internas y externas para hacerlo. Esta postura ha sido interpretada como un acto de firmeza, pero también como un riesgo calculado que puede redefinir su campaña hacia La Moneda.
El exalcalde Daniel Jadue, figura emblemática del PC, había sugerido que Jara dejaría en suspenso su militancia para atraer a sectores más moderados de la centroizquierda y la Democracia Cristiana (DC), que hasta ahora han mostrado reticencias a respaldar su candidatura. Sin embargo, la candidata ha decidido mantener su afiliación, argumentando que este no es un tema sobre la mesa. Este movimiento ha provocado una serie de reacciones encontradas:
- Desde la DC, algunos ven esta decisión como un obstáculo para la unidad del bloque progresista, mientras otros consideran que no afectará significativamente la dinámica electoral.
- En el PC y entre sus analistas, se destaca que Jara representa una renovación del partido, alejándose de estereotipos tradicionales y acercándose a un perfil más moderno y cercano a las nuevas generaciones.
Tomás Duval, analista político, sostiene que suspender la militancia sería un error que dañaría la credibilidad de Jara y podría interpretarse como un intento de ocultar su identidad política. Por otro lado, Mauricio Morales, cientista político, argumenta que la militancia no es un impedimento para su rendimiento electoral en primera vuelta, pero podría ser un factor a considerar en una eventual segunda vuelta donde la ampliación de la coalición será clave.
Aldo Cassinelli, otro analista, aporta una visión que pone en valor el posicionamiento de Jara como candidata del Gobierno de Gabriel Boric, que mantiene un piso estable de apoyo cercano al 30%. Para Cassinelli, Jara rompe con los moldes tradicionales del PC y su militancia le otorga un respaldo que no debería abandonar, sino más bien articular para fortalecer su base electoral.
Desde la derecha, Evelyn Matthei ha aprovechado la polarización para posicionarse como una opción más moderada frente a José Antonio Kast, candidato del Partido Republicano. Según los expertos, un enfrentamiento directo entre Jara y Matthei podría beneficiar a Kast, ya que la dinámica polarizada atrae a los extremos y puede restar votos a la candidata oficialista.
La decisión de Jeannette Jara de mantener su militancia en el PC no solo refleja un acto de coherencia política personal, sino que también evidencia las complejidades y tensiones internas de la centroizquierda chilena en un año electoral crucial. Más allá de las estrategias inmediatas, esta postura pone en escena la dificultad de equilibrar identidad política con la necesidad de ampliar apoyos en un contexto de fragmentación y desconfianza.
La campaña de Jara se presenta, entonces, como un desafío doble: mantener su autenticidad y, al mismo tiempo, tender puentes hacia sectores más amplios. El desenlace de esta apuesta tendrá consecuencias visibles no solo en la primera vuelta, sino también en la configuración del escenario político para una eventual segunda vuelta.
En definitiva, este episodio invita a reflexionar sobre el peso de la identidad partidaria en la política chilena contemporánea y cómo las decisiones personales de los candidatos pueden desencadenar un efecto dominó en el tablero electoral y en las narrativas sociales que se construyen alrededor de ellos.