
El pulso comercial entre Estados Unidos y el bloque BRICS ha escalado a un nuevo nivel con la reciente amenaza de Donald Trump de imponer un arancel adicional del 10% a aquellos países que adopten políticas consideradas "antiestadounidenses".
El 7 de julio de 2025, Trump anunció en su red social Truth Social que no habrá excepciones para esta medida, que busca presionar a las naciones que se alineen con las estrategias del grupo BRICS —Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y sus recientes incorporaciones— tras su cumbre en Río de Janeiro.
Este anuncio se produce justo cuando vence la pausa de 90 días que Estados Unidos había otorgado en abril para negociar acuerdos comerciales, conocida como el "Día de la Liberación". Desde entonces, solo se han concretado pactos con Reino Unido, China y Vietnam, dejando a decenas de países, entre ellos aliados tradicionales como la Unión Europea, Japón y Corea del Sur, en una incertidumbre que amenaza con reavivar tensiones proteccionistas.
El 9 de julio marcó el fin de la suspensión, y el 1 de agosto está previsto el restablecimiento de aranceles elevados para quienes no hayan alcanzado acuerdos con Washington.
Desde Beijing, el Ministerio de Asuntos Exteriores respondió con firmeza, defendiendo la "apertura" y la cooperación entre mercados emergentes, y advirtiendo que "no hay ganadores en una guerra comercial o arancelaria". En una declaración conjunta, los ministros de finanzas de los BRICS denunciaron el "aumento unilateral de aranceles y medidas no arancelarias", reafirmando su compromiso con un sistema multilateral de comercio basado en normas.
"El proteccionismo no tiene futuro", afirmó un portavoz chino, reflejando la postura del bloque.
Por su parte, en Washington, funcionarios como Scott Bessent, secretario del Tesoro, enfatizaron que la administración Trump está lista para actuar con rapidez y firmeza, enviando cartas a los socios comerciales que no han avanzado en negociaciones. Trump mismo aseguró que la mayoría de estos países responderán antes del plazo límite, ya sea con acuerdos o con cartas formales.
Esta escalada no es un simple capítulo más en la guerra comercial; tiene efectos palpables en los mercados financieros y en la diplomacia internacional. Tras la suspensión inicial de aranceles, los mercados bursátiles se recuperaron y los bonos se estabilizaron, pero el retorno a medidas proteccionistas podría reavivar temores de ralentización económica e inflación.
Además, la tensión entre Estados Unidos y los BRICS refleja una competencia geopolítica más amplia, donde el control de mercados, recursos y alianzas estratégicas está en juego.
- Desde el bloque BRICS, la narrativa es de defensa del multilateralismo y rechazo a medidas unilaterales que, según sus palabras, perjudican a la economía global.
- Estados Unidos, bajo la administración Trump, insiste en la necesidad de proteger sus intereses comerciales y presionar a socios para obtener condiciones más favorables.
- En países aliados que se ven atrapados en medio, como miembros de la Unión Europea y Asia-Pacífico, existe preocupación por la incertidumbre y el impacto económico que estas tensiones podrían generar.
La amenaza de Trump y la respuesta de los BRICS evidencian un mundo donde el comercio y la política están cada vez más entrelazados en un juego de poder y resistencia. Este enfrentamiento no solo afecta las relaciones bilaterales, sino que pone en jaque la estabilidad del sistema multilateral de comercio que se había construido en décadas.
La próxima fase, que se definirá en las semanas siguientes, será crucial para entender si prevalecerá la cooperación o si la escalada proteccionista marcará un nuevo capítulo de fragmentación económica global. Para Chile y otros países emergentes, el desafío será navegar estas aguas turbulentas sin perder oportunidades de desarrollo y manteniendo la autonomía en sus decisiones comerciales.
Este es un escenario que invita a la reflexión profunda sobre el futuro del comercio internacional, la soberanía económica y las alianzas estratégicas en un mundo multipolar.