
En julio de 2025, el expresidente estadounidense Donald Trump lanzó una advertencia que trascendió el ámbito de la retórica política para instalar una amenaza concreta: un arancel adicional del 10% a países que se alineen con el bloque BRICS, compuesto por Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y otros países del Sur Global. Esta declaración, emitida a través de su plataforma Truth Social, ocurrió en paralelo a la XVII cumbre del grupo en Río de Janeiro, a la que asistió como invitado el presidente chileno Gabriel Boric.
La cumbre BRICS, que concluyó con una extensa declaración de 126 artículos, abordó temas que van desde la reforma de organismos internacionales como la ONU, el Banco Mundial y el FMI, hasta la condena a las medidas arancelarias unilaterales que distorsionan el comercio global. Sin embargo, Chile, aunque presente, no suscribió a estas posiciones ni forma parte del bloque, situándose en una posición de invitado que busca mantener un equilibrio en medio del creciente pulso geopolítico.
El anuncio de Trump generó un choque frontal entre dos visiones contrapuestas. Por un lado, la administración estadounidense, a través de su Secretario de Comercio Howard Lutnick, confirmó que los aranceles entrarían en vigor el 1 de agosto de 2025, tras varios aplazamientos y negociaciones tensas. Por otro, los países BRICS y sus aliados denunciaron estas medidas como proteccionistas y unilaterales, que amenazan la estabilidad del comercio internacional.
Desde una perspectiva política, la amenaza de Trump fue interpretada en Chile y la región como una señal de la persistente influencia estadounidense en la economía global, pero también como un recordatorio de la fragilidad de las alianzas comerciales tradicionales. “Chile no legitima agresiones unilaterales a ningún país”, afirmó el presidente Boric tras la cumbre, marcando distancia con las posturas más confrontacionales.
En el plano económico, expertos señalan que la medida podría tener efectos disruptivos en las cadenas de suministro y en sectores clave para Chile, como la minería y la exportación de productos agrícolas, que dependen en parte de mercados vinculados a los BRICS. La incertidumbre generada ha llevado a un aumento en la volatilidad del peso chileno y a una revisión de las estrategias comerciales del país.
Socialmente, la opinión pública en Chile refleja una mezcla de preocupación y escepticismo. Grupos empresariales y sindicatos han expresado inquietudes sobre posibles represalias y la necesidad de diversificar mercados, mientras que sectores más críticos cuestionan la dependencia histórica de Chile respecto a Estados Unidos.
Este episodio también ha reabierto el debate sobre la autonomía estratégica de Chile en política exterior y comercio internacional. Algunos analistas sostienen que la invitación a la cumbre BRICS fue un intento de posicionar a Chile como un puente entre bloques, mientras otros advierten sobre los riesgos de quedar atrapados en disputas de poder mayores.
Tras cinco meses desde el anuncio de Trump, la realidad muestra que la amenaza de aranceles no se ha materializado plenamente, pero ha servido para recalibrar relaciones y prioridades. Estados Unidos ha mantenido negociaciones bilaterales con varios países afectados para mitigar el impacto, mientras que los BRICS han intensificado su cooperación económica y política, consolidando una narrativa de resistencia frente a las políticas unilaterales.
En conclusión, esta historia no es solo un enfrentamiento comercial, sino un espejo de las tensiones globales que atraviesan el siglo XXI. La amenaza de Trump, lejos de ser un acto aislado, se inscribe en una disputa más amplia donde se cruzan intereses económicos, soberanía política y la redefinición de alianzas internacionales. Chile, en su rol de invitado y actor regional, se encuentra en el centro de esta encrucijada, enfrentando el desafío de navegar entre presiones externas y la búsqueda de una política exterior que refleje sus intereses y valores.
Fuentes consultadas: Agencia EFE, declaraciones oficiales del gobierno chileno, análisis de economistas de la Universidad de Chile y expertos en relaciones internacionales del Instituto de Estudios Internacionales (IEI).