Jara enfrenta la fractura interna del PC mientras se acerca la segunda vuelta: una candidata en fuga y un partido en crisis

Jara enfrenta la fractura interna del PC mientras se acerca la segunda vuelta: una candidata en fuga y un partido en crisis
Actualidad
Política
2025-11-23
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- División profunda entre Jeannette Jara y la dirigencia comunista que la llevó a alejarse del PC.

- Renuncia forzada de su principal asesor por comentarios clasistas que expusieron tensiones en el comando.

- Futuro incierto para la izquierda chilena con un PC fracturado y una candidata que busca redefinir su identidad política.

El escenario político chileno se ha transformado en un campo de batalla donde Jeannette Jara, la candidata presidencial oficialista, libra una lucha no solo contra sus rivales electorales, sino también contra las profundas divisiones internas de su propio partido, el Partido Comunista (PC).

El 26,8% de votos obtenido por Jara en la primera vuelta, aunque suficiente para pasar a segunda vuelta, fue un golpe duro para su comando, que no anticipaba una contienda tan cuesta arriba. La celebración en su barrio natal de Conchalí fue sobria, sin las banderas tradicionales del PC, un símbolo claro de la distancia creciente entre Jara y su colectividad.

El viernes 21 de noviembre, la renuncia de Darío Quiroga, su coordinador estratégico y exmilitante comunista, marcó otra fisura en su campaña. Quiroga fue expulsado tras una oleada de críticas por comentarios clasistas contra Franco Parisi y su entorno, una crisis que evidenció la fragilidad del equipo y la necesidad de Jara de proyectar una imagen más moderada y cohesionada.

Como señaló la senadora Paulina Vodanovic, nueva jefa de campaña de Jara, "la que habla es la candidata y no sus asesores". Esta frase refleja el esfuerzo por distanciar a Jara de las polémicas y reposicionar su figura hacia un electorado más amplio.

La fractura en el Partido Comunista

Desde el inicio de su candidatura en abril, Jara se encontró en un viaje sin retorno lejos del PC tradicional. Su postulación fue resistida por la dirigencia ortodoxa, que prefería al exalcalde Daniel Jadue, considerado el candidato natural.

El apoyo de Jadue y sus aliados no se concretó en resultados electorales, mientras Jara avanzaba, consolidando un perfil más cercano a la socialdemocracia y moderado en sus posturas.

Su distanciamiento quedó patente en la ausencia de figuras clave del PC en su nuevo comando, y en sus declaraciones públicas que cuestionaron regímenes aliados históricamente al partido, como Cuba y Venezuela.

Jara ha declarado en privado: "No soy la misma que a comienzos de 2025. Escuché, ajusté prioridades y aterricé ideas (...) Entre encender la rabia y encender el futuro, elijo encender el futuro".

Este cambio ha generado choques internos y una lucha por la hegemonía dentro del PC, con el presidente del partido, Lautaro Carmona, y el ala disidente liderada por figuras como Irací Hassler, en posiciones contrapuestas.

Perspectivas enfrentadas

El sector más ortodoxo del PC ve en Jara una amenaza a la identidad y la línea política tradicional, y no oculta su pesimismo respecto a su éxito electoral.

El analista exPC Sergio Muñoz afirma que "ella representa algo que no calza con los intereses de ese grupo. Ella no ganará la elección, pero ya agitó las aguas internas, y quizás contribuya a un cambio partidario".

Por otro lado, los sectores del Socialismo Democrático y progresistas ven en Jara una oportunidad para reconfigurar la centroizquierda y acercarla a un electorado más amplio, aunque reconocen que la marca PC sigue siendo un lastre para muchos votantes.

Consecuencias y futuro inmediato

Con la segunda vuelta fijada para el 14 de diciembre, Jara y su comando están enfocados en superar la votación obtenida y captar electores del candidato Franco Parisi, quien logró casi un 20% en la primera vuelta.

Sin embargo, el desgaste interno y la fractura con el PC plantean un futuro complejo para la candidata, quien ya habría decidido renunciar al partido, gane o pierda.

Una fuente cercana a Jara señala que "ella siente que ya le dio un histórico protagonismo al PC, y que su apuesta es seguir en política como referente de la centroizquierda, sin migrar a otro partido".

El PC, por su parte, se prepara para un debate interno áspero y una posible renovación de su dirigencia, especialmente si Jara gana, mientras que una victoria de José Antonio Kast podría fortalecer la actual directiva y permitir al partido reagruparse desde la oposición.

Verdad y consecuencias

El caso de Jeannette Jara expone con crudeza cómo las tensiones ideológicas y personales pueden desgarrar a una colectividad en momentos decisivos. Su candidatura, que desafió las lógicas internas del PC, ha puesto en evidencia las dificultades de adaptar un partido tradicional a los nuevos tiempos y demandas electorales.

La expulsión de su asesor por comentarios clasistas y la distancia creciente con la dirigencia comunista muestran que el costo político de la renovación interna es alto y que la candidata debe navegar entre la fidelidad a sus orígenes y la necesidad de ampliar su base electoral.

En definitiva, la historia de Jara y el PC es una tragedia política que refleja la complejidad del Chile actual: un país en busca de reformas profundas, pero también de consensos y liderazgos capaces de unir más que dividir.

El desenlace de esta segunda vuelta será, sin duda, un momento definitorio no solo para una candidatura, sino para la identidad y futuro de la izquierda chilena.