
Un vuelco inesperado en la política chilena ha tomado forma en los últimos meses, consolidándose en julio de 2025, cuando la encuesta Criteria mostró por primera vez a Jeannette Jara, exministra del Trabajo y candidata del Partido Comunista, liderando las preferencias presidenciales con un 29%. Este fenómeno no solo representa una sorpresa estadística, sino que también marca un cambio profundo en la dinámica electoral del país.
El crecimiento de Jara, que saltó del 2% en abril a un 29% en julio, refleja una combinación de factores que han madurado en el tiempo. Su perfil ha capitalizado el desencanto con las figuras tradicionales del centroizquierda y la derecha, además de una campaña que ha sabido conectar con demandas sociales post-reforma constitucional y críticas al modelo económico vigente.
Según analistas consultados por La Tercera, “Jara representa la renovación de la izquierda con una agenda social que apela al electorado joven y urbano, pero también a sectores populares que buscan cambios profundos”. Sin embargo, esta percepción no es unánime.
Por otro lado, el bloque de derecha muestra una disputa interna evidente. José Antonio Kast mantiene un sólido segundo lugar con un 22%, superando a Evelyn Matthei, que cae al tercer puesto con un 17%. Este desplazamiento simboliza la tensión entre una derecha más tradicional y los sectores que apuestan por un discurso conservador y populista.
Desde el sector de Chile Vamos, voces críticas señalan que “la pérdida de liderazgo de Matthei refleja una desconexión con la base electoral y la necesidad urgente de renovar propuestas”. En contraste, el Partido Republicano ve en Kast una figura capaz de aglutinar a la derecha dura, aunque con limitaciones para ampliar su base.
El análisis de escenarios para una eventual segunda vuelta presidencial revela una fragmentación preocupante. Si Jara enfrentara a Kast, el republicano ganaría con un 42% frente al 35% de la exministra, con un 23% de votos nulos o blancos. Frente a Matthei, Jara perdería también, aunque con una menor diferencia, y un aumento del voto en blanco.
Esta alta proporción de votos nulos o blancos indica un electorado insatisfecho o indeciso, que no encuentra en las opciones actuales una representación adecuada. Esto abre la puerta a una reflexión sobre la calidad del debate político y la necesidad de ampliar las alternativas democráticas.
Diversos sectores sociales han reaccionado a este cambio. Organizaciones sociales y sindicales ven en Jara una oportunidad para avanzar en reformas laborales y sociales que han sido postergadas. En cambio, sectores empresariales y gremiales expresan preocupación por la posible radicalización de las políticas públicas.
Un dirigente sindical consultado comentó: “Es la primera vez en mucho tiempo que sentimos que una candidata realmente nos escucha y propone medidas concretas”. Mientras tanto, desde la Cámara de Comercio, se advierte sobre la necesidad de estabilidad y predictibilidad.
Este nuevo mapa electoral chileno, con Jara a la cabeza, Kast consolidando su espacio y Matthei en retroceso, no solo refleja preferencias momentáneas, sino una transformación en las identidades políticas y sociales del país. La fragmentación y el alto porcentaje de votos nulos en la segunda vuelta proyectan un desafío para la democracia: cómo canalizar las demandas ciudadanas sin caer en la polarización extrema ni en la desafección.
En definitiva, la carrera presidencial de 2025 se presenta como un escenario donde se enfrentan no solo candidatos, sino proyectos de país en tensión, con un electorado que observa expectante y crítico, buscando respuestas más allá de los discursos tradicionales.
2025-11-11