COP30: La urgencia de abandonar los combustibles fósiles para evitar el colapso climático

COP30: La urgencia de abandonar los combustibles fósiles para evitar el colapso climático
Medioambiente
Cambio climático
2025-11-23
Fuentes
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- Emisiones récord de metano y CO2 en 2024 subrayan la crisis ambiental global.

- Debate intenso sobre el rol del gas natural en la transición energética.

- Impactos visibles en salud y comunidades, con huracanes y enfermedades relacionadas a la contaminación.

Una encrucijada planetaria. En 2024, las emisiones globales del sector energético alcanzaron 3.000 millones de toneladas de metano y 37,4 millones de toneladas de CO2, cifras que representan una amenaza directa para la estabilidad climática y la salud humana. Frente a este escenario, la COP30, celebrada recientemente, se ha convertido en el epicentro de un debate crucial: ¿cómo y cuándo abandonar los combustibles fósiles que todavía dominan la matriz energética mundial?

El peso del fósil y la controversia del gas natural. Según datos actualizados, el carbón es responsable del 41% de las emisiones globales de CO2, seguido por el petróleo con un 32% y el gas natural con un 21%. Este último ha sido presentado por algunos sectores como un combustible de transición, pero expertos y organizaciones climáticas cuestionan esta postura. “Es incoherente considerar al gas natural como parte de una transición energética sostenible”, advierte un informe del Global Project Carbon. En Chile y la región, esta discusión no es menor: la dependencia de combustibles fósiles sigue siendo alta, y la urgencia de una matriz renovable se vuelve cada vez más imperativa.

Perspectivas encontradas en la COP30. Desde el bloque de países en desarrollo, especialmente del sur global, se enfatizó la necesidad de un financiamiento justo y mayor transferencia tecnológica para acelerar la descarbonización. Mientras tanto, naciones con economías fósiles aún intentan diluir compromisos, argumentando la importancia de mantener ciertas fuentes para la seguridad energética. En Chile, voces gubernamentales y de la sociedad civil se han alineado mayoritariamente con la urgencia de un cambio radical, aunque persisten tensiones sobre la velocidad y la forma de implementar esta transición.

Impactos tangibles y costos sociales. La contaminación por combustibles fósiles no solo alimenta el calentamiento, sino que también cobra vidas. Estudios conjuntos de Harvard y Birmingham revelan que una de cada cinco muertes a nivel mundial está vinculada a la contaminación atmosférica derivada de la quema de carbón y diésel. Además, en los últimos 20 años, 570.000 personas han muerto por eventos climáticos extremos exacerbados por el cambio climático, como huracanes y olas de calor. El reciente huracán Melissa en Jamaica es un recordatorio doloroso de estas consecuencias.

Ineficiencias y oportunidades económicas. Más allá del impacto ambiental, el uso de combustibles fósiles genera enormes pérdidas económicas. El Rocky Mountain Institute calcula que el desperdicio energético asociado a estos combustibles equivale al 5% del PIB mundial, recursos que podrían redirigirse hacia energías limpias. Técnicamente, se sabe que el 90% de la energía renovable es más barata que la fósil, y que las renovables ofrecen estabilidad en los costos y fomentan economías locales más resilientes.

Conclusiones y desafíos pendientes. La COP30 se perfila como un punto de inflexión histórico, aunque no exento de contradicciones y resistencias. La evidencia científica es clara: para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados, es indispensable acelerar la transición hacia energías renovables y dejar atrás los combustibles fósiles. Sin embargo, la implementación requiere coherencia política, financiamiento adecuado y justicia social para no dejar atrás a las comunidades más vulnerables.

En definitiva, el futuro climático de Chile y del mundo depende de decisiones que ya no pueden postergarse. La COP30 ha dejado sobre la mesa la urgencia de actuar con valentía y visión, sabiendo que la inacción es, en sí misma, una condena para las próximas generaciones.

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Fuentes consultadas: EL PAÍS América, Global Project Carbon, Rocky Mountain Institute, Universidad de Harvard, Universidad de Birmingham.