
El pulso entre estilo y sustancia en la derecha chilena ha cobrado una nueva dimensión meses después de que comenzaran a aflorar críticas internas sobre la campaña de José Antonio Kast. En julio de 2025, José Luis Ossa, coordinador programático de Evelyn Matthei, lanzó una dura crítica señalando que la campaña de Kast carecía de contenido sustancial y se basaba más en una buena puesta en escena que en propuestas concretas. Esta controversia, lejos de extinguirse con el paso del tiempo, ha seguido generando debates que permiten comprender mejor las tensiones que atraviesan a la derecha política en Chile en vísperas de las elecciones.
"Cuando yo leo los planes semanales de José Antonio Kast, no veo mucha sustancia, de verdad. Veo muy buenos títulos, veo una muy buena campaña publicitaria, pero veo menos contenido, menos sustancia que me permita decir ‘por aquí va que nos va a sacar de la crisis económica’", afirmó Ossa, marcando una línea divisoria clara con la campaña de Matthei, que se ha presentado como más técnica y responsable en términos de propuestas y compromisos fiscales.
Este contraste refleja dos enfoques opuestos: por un lado, una campaña que prioriza el impacto mediático y la conexión emocional con ciertos electores, y por otro, una apuesta por la seriedad técnica y la claridad en el gasto público, aunque menos llamativa para el gran público.
Desde el sector republicano más cercano a Kast, la crítica fue recibida con defensas que destacaron la necesidad de conectar con la ciudadanía más allá de los tecnicismos. Algunos analistas señalan que esta estrategia responde a un desgaste de las campañas tradicionales y a la búsqueda de un discurso más directo y menos burocrático.
Por su parte, sectores sociales y expertos en políticas públicas han advertido que la falta de concreción puede traducirse en un déficit de confianza para gobernar, especialmente en áreas críticas como seguridad, economía y vivienda, donde las soluciones requieren claridad y factibilidad.
Una de las aristas más complejas y que ha generado mayor controversia es el manejo del gasto fiscal. Ossa destacó que Matthei es la única candidata que ha abordado explícitamente la responsabilidad fiscal, un tema impopular pero esencial para la estabilidad económica. En contraste, la campaña de Kast ha sido más evasiva, lo que genera incertidumbre sobre cómo enfrentarían desafíos presupuestarios.
La discusión sobre la exención de contribuciones a viviendas, especialmente en comunas del sector oriente, también ha puesto en evidencia la dificultad de conciliar propuestas populares con la responsabilidad fiscal y la equidad territorial.
Este episodio no solo desnuda las diferencias internas en la derecha chilena, sino que plantea preguntas más amplias sobre la naturaleza de las campañas políticas en la era post-pandemia y la crisis de confianza ciudadana. ¿Puede una campaña basada en el estilo y la emotividad sin sustancia técnica ganar elecciones y, sobre todo, gobernar eficazmente? ¿O la falta de propuestas concretas terminará minando la credibilidad y el respaldo electoral?
Lo cierto es que, a seis meses de las elecciones, la disputa entre contenido y forma no se ha resuelto y seguirá siendo un eje central para entender el futuro político del país. La tensión entre estos enfoques revela una disonancia cognitiva dentro de la derecha que, hasta ahora, no ha encontrado un punto de equilibrio.
En definitiva, la campaña de Kast y las críticas internas reflejan un escenario político fragmentado, donde la batalla por el relato y la credibilidad está lejos de terminar. El desafío para sus protagonistas será demostrar que detrás del espectáculo hay un proyecto viable que responda a las demandas sociales y económicas de Chile.
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Fuentes consultadas: declaraciones de José Luis Ossa en La Tercera (2025-07-04), análisis de campañas electorales 2025, entrevistas a expertos en política chilena.
2025-11-11
2025-11-15