
El pasado 4 de julio de 2025, en medio de las celebraciones por los 250 años de independencia de Estados Unidos, el presidente Donald Trump logró un hito político significativo: la aprobación de una reforma fiscal que sus partidarios califican como la "nueva era dorada" para el país.Con 218 votos a favor y 214 en contra, la Cámara de Representantes despachó la ley que reduce impuestos para familias y empresas, fortalece la seguridad fronteriza y energética, y promete una mayor eficiencia gubernamental.
Desde la perspectiva del oficialismo, esta reforma es un logro que se alinea con la narrativa de crecimiento y prosperidad. "El pueblo de EEUU será más rico, seguro y orgulloso que nunca", proclamó Trump en sus redes sociales, mientras destacaba el apoyo de líderes republicanos como Mike Johnson, presidente de la Cámara.
Sin embargo, la oposición y diversos expertos advierten sobre los riesgos fiscales que implica esta ley. La vocera del Fondo Monetario Internacional, Julie Kozack, señaló que la reforma "parece ir en contra de la reducción de la deuda federal a mediano plazo", justo cuando el organismo urge a Estados Unidos a iniciar ese proceso.
Los análisis económicos reflejan esta tensión. Oxford Economics proyecta que la reforma incrementará la relación déficit/PIB en 0,3 puntos en 2025 y casi 0,9 en 2026, duplicando la expansión fiscal prevista anteriormente. Aunque esto podría elevar el PIB real en un modesto 0,1% en 2025 y 0,7% en 2026, la sostenibilidad del gasto es cuestionada.
Vishnu Varathan, jefe de economía y estrategia en Mizuho Bank, advierte que la nueva ley podría aumentar la deuda en US$ 3 billones en una década y que "los esfuerzos por presentar los recortes fiscales como un acelerador del crecimiento que compensa la mayor deuda tienen muy poca fuerza". Además, destaca que la confianza en el dólar se ha visto afectada, con una caída notable del índice DXY por debajo de 97, reflejando inquietudes internacionales sobre la salud fiscal estadounidense.
A nivel político y social, el debate se ha polarizado. Los sectores conservadores celebran la reforma como un legado para una América más fuerte y competitiva, mientras que grupos progresistas y algunos economistas llaman a la cautela, señalando que el aumento del déficit podría limitar la capacidad del gobierno para enfrentar futuras crisis o invertir en áreas clave como salud y educación.
En el plano internacional, la reforma ha generado incertidumbre entre aliados y mercados, que observan con atención la evolución de la deuda y la política fiscal estadounidense, clave para la estabilidad global.
La reforma fiscal de Trump, aprobada en un contexto simbólico y político de gran impacto, representa un claro triunfo para su administración. Sin embargo, las consecuencias fiscales y económicas no son menores: el aumento del déficit y la deuda pública plantean interrogantes sobre la sostenibilidad del crecimiento prometido y la confianza en la moneda estadounidense.
Este episodio muestra una vez más la tensión entre decisiones políticas inmediatas y sus efectos a mediano y largo plazo, invitando a una reflexión profunda sobre el equilibrio entre estímulo económico y responsabilidad fiscal en la primera potencia mundial.
2025-11-12
2025-11-12