
Rockódromo 2025 se presentó como la gran cita que juntó a figuras icónicas del rock chileno con las bandas y solistas que emergieron de 16 festivales regionales realizados durante el último año. Desde el 15 hasta el 17 de noviembre, el Parque O'Higgins fue escenario de esta amalgama sonora que buscó representar la diversidad y vitalidad de la escena nacional.
La parrilla incluyó nombres como Illapu, Francisca Valenzuela, Yajaira y Bronko Yotte, quienes aportaron la experiencia y reconocimiento que solo décadas en la música pueden otorgar. Junto a ellos, se presentaron artistas que conquistaron el público en las etapas regionales, dando un aire fresco y local a un evento que, en su ambición, trató de ser puente entre generaciones y territorios.
Sin embargo, el festival no estuvo exento de controversias y debates que reflejan las tensiones en la música chilena contemporánea. Por un lado, sectores más tradicionales valoraron la presencia de bandas consagradas, argumentando que son el soporte histórico y cultural del rock nacional. Por otro, voces emergentes y seguidores de la renovación criticaron que la parrilla privilegiara demasiado a figuras establecidas, limitando el espacio para propuestas innovadoras y desafiantes.
En términos regionales, la inclusión de los ganadores de los festivales locales fue un reconocimiento a la descentralización cultural, aunque algunos críticos señalaron que la selección final no siempre reflejó la pluralidad ni la riqueza de las escenas locales. “El Rockódromo es una vitrina, pero también un filtro que puede invisibilizar la diversidad real que existe fuera de Santiago,” comentó un gestor cultural de Valparaíso.
Desde la perspectiva del público, la experiencia fue ambivalente. Mientras muchos celebraron la oportunidad de ver en un solo espacio a sus ídolos y a nuevos talentos, otros expresaron frustración por la escasa innovación en la programación y la falta de espacios para géneros híbridos o experimentales que desafían las etiquetas clásicas del rock.
A una semana del cierre del festival, los ecos de Rockódromo 2025 invitan a reflexionar sobre el estado actual del rock chileno: un género que lucha por mantener su legado mientras enfrenta la necesidad de renovarse y abrirse a nuevas voces y estilos.
En definitiva, Rockódromo 2025 fue más que un evento musical: fue un escenario donde convergieron las pasiones, las disputas y las esperanzas de una escena viva pero fragmentada. La verdadera pregunta que queda en pie es si este tipo de encuentros logra tender puentes o si, por el contrario, profundiza las divisiones en un público y un sector artístico en transformación.
Fuentes consultadas incluyen reportajes de Cooperativa.cl, entrevistas a organizadores y artistas, y análisis de críticos culturales regionales.