
Un fraude millonario que sacudió la Región Metropolitana ha dejado tras de sí un rastro de interrogantes, acusaciones cruzadas y una justicia en plena disputa por esclarecer responsabilidades. El 3 de julio de 2025, la jueza Karen Atala decretó prisión preventiva para cuatro de los seis detenidos involucrados en la investigación por un presunto fraude al fisco, relacionado con convenios pactados en la gestión del exintendente Felipe Guevara. Estos cuatro, considerados por la Fiscalía de Alta Complejidad como los líderes de la operación, enfrentan cargos por obtención fraudulenta de subsidios y lavado de activos en proyectos de halterofilia, zumba y spinning, con un monto aproximado de $500 millones.
En este coliseo judicial y político, las posturas no se han hecho esperar. Desde el oficialismo, se defiende la gestión alegando que se trata de casos aislados y que la mayoría de los proyectos públicos cumplen con su función social. En contraste, sectores de oposición y organizaciones sociales han señalado que este caso destapa una red de corrupción estructural que pone en entredicho la transparencia en la administración regional.
“No podemos permitir que la mala praxis de algunos ensucie el trabajo de la gran mayoría que trabaja honesta y arduamente por el desarrollo local,” afirmó un dirigente del oficialismo, mientras que desde la oposición se sostiene que “este fraude es solo la punta del iceberg en un sistema que requiere reformas profundas y mecanismos de control más rigurosos.”
En barrios populares y comunas afectadas, la sensación es de desencanto y desconfianza. Para muchos, el escándalo confirma la percepción de que los recursos públicos muchas veces no llegan a quienes más los necesitan. Sin embargo, hay quienes llaman a la cautela y a no caer en la generalización, recordando que la investigación sigue su curso y que la presunción de inocencia debe prevalecer.
A casi cinco meses del estallido del caso, las consecuencias ya son palpables: una mayor fiscalización en proyectos regionales, cambios en los protocolos de entrega de subsidios y un debate público renovado sobre la rendición de cuentas en la administración pública. Además, la prisión preventiva de los cuatro imputados —aunque no definitiva— marca un precedente en la lucha contra la corrupción a nivel regional.
La causa sigue abierta y la justicia continúa su labor, mientras la ciudadanía observa expectante, consciente de que este episodio no solo afecta a los involucrados, sino que pone a prueba la salud democrática y la confianza en las instituciones.
En definitiva, este caso de fraude en clases de zumba y otros proyectos deportivos no solo revela un hecho puntual de corrupción, sino que invita a una reflexión más profunda sobre los mecanismos de control, la responsabilidad política y el compromiso social para evitar que episodios similares se repitan en el futuro.