La prohibición de The Doors en México: miedo político y cultura enjaulada

La prohibición de The Doors en México: miedo político y cultura enjaulada
Cultura
Historia
2025-11-23
Fuentes
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- Prohibición oficial de conciertos masivos por temor a protestas.

- Contraste entre el poder y la cultura joven: un gobierno autoritario frente a una banda subversiva.

- Legado tardío: décadas después, la historia se resignifica y se recuerda con distancia.

En junio de 1969, The Doors, una de las bandas más emblemáticas del rock estadounidense, tenía programadas cinco presentaciones masivas en la Plaza de Toros de Ciudad de México, un recinto con capacidad para 40.000 personas. Sin embargo, el gobierno mexicano, bajo la administración de Gustavo Díaz Ordaz, prohibió estos shows, alegando riesgos políticos y sociales. Esta decisión marcó un capítulo oscuro en la relación entre cultura y poder en un país que aún sangraba por la reciente masacre de Tlatelolco de 1968.

El contexto político era tenso y autoritario. Díaz Ordaz había consolidado un régimen que reprimía con dureza a sindicatos, campesinos y, especialmente, a movimientos estudiantiles. La matanza de cientos de jóvenes en la Plaza de las Tres Culturas aún estaba fresca en la memoria colectiva. En ese ambiente, la llegada de una banda como The Doors, considerada por las autoridades como subversiva, despertó alarmas.

El periodista Jerry Hopkins, de Rolling Stone, explicó que las autoridades utilizaron la burocracia para impedir la realización de los conciertos masivos, nunca completando las firmas necesarias para otorgar los permisos oficiales.

Ante la cancelación, los hermanos Castro, músicos y dueños del local Forum, ofrecieron un espacio alternativo para cuatro presentaciones. El Forum era un recinto caro y exclusivo, poco adecuado para el público masivo que seguía a The Doors. Esto evidenció la distancia entre la cultura popular y las estructuras de poder que la contenían y domesticaban.

Javier Bátiz, músico mexicano que compartió noches con Jim Morrison, recordó para Infobae que Morrison solía ir tras sus shows a un bar cercano, donde se le veía “muy borrachito” y disfrutando de la música local.

La banda permaneció cinco días en México, guiada por Alfredo Díaz Ordaz, hijo del presidente, quien los llevó a conocer sitios emblemáticos como Teotihuacán y Plaza Garibaldi. Este detalle añade una capa de paradoja: mientras el régimen negaba espacio público para la expresión cultural juvenil, su propia familia se encargaba de mostrarles la riqueza cultural del país.

Perspectivas encontradas

Desde la óptica gubernamental, la prohibición fue un acto preventivo para evitar que una concentración masiva de jóvenes derivara en protestas o desórdenes políticos. La sombra de la “guerra sucia” y la represión aún se extendía sobre México.

Por otro lado, la escena cultural y muchos sectores sociales vieron la medida como una censura que reflejaba el miedo del poder a la libertad de expresión y a la juventud organizada. Para ellos, The Doors representaba un espíritu de revolución pacífica, de amor y cuestionamiento, no una amenaza violenta.

Con el paso de los años, la historia de esos días se resignificó. La llegada de The Doors se recuerda ahora como un símbolo de resistencia cultural frente a la opresión política. En 2009, la banda volvió a México, y Ray Manzarek, tecladista original, expresó que el temor del gobierno era infundado: “La única revolución que The Doors podía generar era de amor, inteligencia y pasión”.

Conclusiones y legado

La prohibición de los conciertos de The Doors en 1969 no fue solo un episodio musical, sino un reflejo de las tensiones entre un Estado autoritario y una juventud que buscaba espacios para expresarse. La historia muestra cómo la cultura puede ser vista tanto como amenaza como oportunidad, dependiendo del prisma desde el cual se observe.

Este episodio invita a reflexionar sobre las consecuencias de censurar la cultura y el arte en contextos políticos complejos. La distancia temporal permite entender que la represión no solo limita la libertad inmediata, sino que también marca la memoria colectiva y las narrativas culturales nacionales.

En definitiva, el choque entre The Doors y el poder mexicano de 1969 es una tragedia donde el arte sufre la desgracia de la política, y el público queda como espectador de un duelo que trasciende la música para hablar de miedo, control y resistencia.