
En un escenario que parecía destinado a la consolidación de un centro político fuerte y autónomo, la elección presidencial de 2025 ha desatado un conflicto que expone la fragilidad y la complejidad de este sector. El 30 de junio, la victoria de Jeannette Jara, candidata del Partido Comunista (PC), en la primaria presidencial, sorprendió a muchos dirigentes que apostaban por una representación más moderada. Este resultado, lejos de unificar, ha profundizado la fractura en el centro político, obligando a sus líderes a enfrentar un dilema entre respaldar a una figura de izquierda radical o a la candidata de derecha Evelyn Matthei (UDI), quien ya había ganado la primaria en su sector.
Los dirigentes que no se identifican ni con la izquierda ni con la derecha han visto cómo sus opciones se reducen a dos polos que, en apariencia, no representan sus valores ni expectativas. Amarillos por Chile, un partido que reúne a ex Concertación, anunció su apoyo público a Matthei el 5 de junio, provocando la renuncia de figuras emblemáticas como Jorge Burgos, Soledad Alvear y Gutenberg Martínez. Burgos, en particular, expresó que el movimiento buscaba reconstruir un centro progresista, pero que esta tarea no pasa por aliarse con fuerzas de derecha. Sin embargo, tras la primaria, él mismo cambió su postura y optó por respaldar a Matthei, evidenciando la tensión y resignación que domina a muchos.
Desde la vereda opuesta, otros referentes como el exministro Genaro Arriagada manifestaron su rechazo tanto a Jara como a Matthei y al candidato José Antonio Kast (Partido Republicano), dejando en evidencia que el centro político no es un bloque homogéneo, sino un mosaico con profundas disonancias internas. Jorge Correa Sutil, por ejemplo, declaró que su opción podría ser anular el voto, manifestando la incertidumbre que reina en este sector.
El Partido Demócrata Cristiano (DC) también está en un momento de tensión. Mientras algunos, como Fuad Chahin, advierten que apoyar a Jara sería una fractura irreparable para el partido, otros buscan una figura que pueda unificar, mencionando incluso la posibilidad de que Eduardo Frei retome una candidatura presidencial, aunque él mismo ha descartado esta opción.
Por su parte, Demócratas, liderados por la senadora Ximena Rincón, parece inclinarse hacia un apoyo pragmático a Matthei, buscando consolidar un pacto parlamentario con Chile Vamos y asegurar su supervivencia como colectividad. Sin embargo, la falta de firmas para la candidatura de Rincón y las presiones internas sugieren que el escenario político seguirá siendo volátil en los próximos meses.
Desde una perspectiva regional, este dilema refleja una polarización que no solo afecta a Santiago, sino que se siente con fuerza en las regiones donde el centro político históricamente ha tenido un rol estabilizador. Ciudadanos y líderes sociales de zonas rurales y periféricas expresan preocupación por la falta de opciones que representen sus intereses, lo que podría traducirse en un aumento de la abstención o en un giro hacia opciones más extremas.
En síntesis, el centro político chileno se encuentra en una encrucijada que va más allá de una simple elección presidencial. La victoria de Jara y la consolidación de Matthei como candidata derecha han evidenciado la crisis de identidad y liderazgo que enfrenta este sector. Las consecuencias visibles incluyen la salida de figuras históricas, la redefinición de alianzas y la posibilidad de un debilitamiento estructural que podría alterar el equilibrio político nacional.
Lo que queda claro es que el centro chileno no logra evitar el desafío de definirse en un mapa político cada vez más polarizado y que, en este proceso, sus protagonistas sufren una tragedia política que refleja la complejidad de un país en transformación.