
En un juego de equilibrios tensos que ha mantenido en vilo a los mercados globales, Wall Street mostró ligeras alzas el 2 de julio de 2025, mientras inversionistas y analistas observaban con cautela la cuenta regresiva para el fin de la tregua arancelaria entre Estados Unidos y sus principales socios comerciales. Esta tregua, que ha funcionado como un freno temporal a la escalada proteccionista, se ha convertido en un eje central para entender la dinámica económica y política que se ha desarrollado en los últimos meses.
El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, en el foro de Sintra, afirmó que el nivel actual de las tasas de interés en Estados Unidos se sostiene en gran medida por la incertidumbre generada por los aranceles vigentes. Según Powell, «decidimos cambiar a 'mantener' cuando vimos el tamaño de los aranceles y esencialmente todas las proyecciones de inflación para Estados Unidos subieron materialmente como consecuencia». Esta declaración pone en evidencia cómo la política comercial ha interferido directamente en la estrategia monetaria, limitando la capacidad de la Fed para bajar las tasas y estimular la economía.
En Washington, la escena política es un campo de batalla donde se juega la continuidad o el fin de esta tregua. El Senado aprobó una reforma tributaria y fiscal que, aunque introduce modificaciones que buscan suavizar impactos fiscales y sociales, enfrenta una resistencia latente en la Cámara de Representantes, especialmente del ala más conservadora del Partido Republicano. La votación en el Senado requirió el voto dirimente del vicepresidente JD Vance para aprobar el texto, que ahora debe sortear un camino incierto en la Cámara Baja.
Este enfrentamiento legislativo no es solo un choque de intereses políticos, sino que refleja una profunda disonancia sobre la dirección económica y comercial de Estados Unidos, con repercusiones directas para los mercados internacionales y para economías como la chilena, altamente expuestas a la volatilidad del comercio global.
Desde la perspectiva empresarial, la reforma tributaria ha sido recibida con alivio, especialmente por el sector privado que celebra la ley de permisos sectoriales aprobada en paralelo, destinada a reducir los tiempos para la aprobación de proyectos de inversión. Sin embargo, hay señales preocupantes: la caída en el número de afiliados que cotizan por el tope imponible en las AFP indica tensiones en el mercado laboral y en la capacidad contributiva de la clase media.
En el plano internacional, la presencia de emisarios de la Unión Europea y Japón en Washington apunta a la urgencia de estabilizar los marcos comerciales, aunque las expectativas de anuncios concretos antes de superar los obstáculos legislativos en Estados Unidos son bajas.
Este escenario complejo muestra un tablero donde la economía, la política y la geopolítica se entrecruzan. La tregua arancelaria, lejos de ser un simple paréntesis, ha expuesto las fragilidades y contradicciones de un sistema global en transformación.
Para Chile, país exportador y dependiente de la estabilidad de los mercados internacionales, la lección es clara: la volatilidad y la incertidumbre no son fenómenos aislados sino parte de un entramado global que exige estrategias nacionales robustas y adaptativas.
En conclusión, el fin de la tregua arancelaria no será un evento aislado, sino un proceso que revelará con mayor claridad las fuerzas en pugna dentro de la economía mundial y sus efectos en América Latina. La prudencia y el análisis profundo son indispensables para comprender las consecuencias que ya comienzan a manifestarse, y que demandan respuestas informadas y críticas en todos los niveles.