
En el último semestre, la contienda presidencial chilena se ha configurado como un verdadero coliseo donde los protagonistas se enfrentan con sus fortalezas y debilidades a la vista de todos. Desde julio de 2025, el análisis de BTG Pactual ha puesto en evidencia que la posibilidad de una segunda vuelta entre José Antonio Kast y Evelyn Matthei se ha tornado cada vez más tangible, a pesar de la irrupción de la exministra Jeannette Jara como candidata oficialista.
Este escenario no surge de la nada. Jara ganó la primaria de Unidad por Chile con un 60% de los votos, pero con una participación que apenas alcanzó el 9% del padrón electoral, un dato que revela un desgaste profundo y una desconexión creciente entre la dirigencia oficialista y las demandas ciudadanas. Desde BTG Pactual señalaron que "la escasa convocatoria no solo sugiere un desgaste electoral, sino también una posible desconexión entre las prioridades del oficialismo y las preocupaciones ciudadanas".
Por su parte, la derecha tradicional, liderada por Kast y Matthei, parece aprovechar esta debilidad. Kast, con un electorado fiel y movilizado, mantiene una ventaja sólida en las encuestas. Matthei, a pesar de ubicarse tercera, conserva un apoyo significativo en sectores de centro, lo que la mantiene competitiva y con chances reales de disputar una segunda vuelta. El análisis del banco de inversión subraya que "Matthei mantiene apoyo relevante en sectores de centro y se mantiene como una figura competitiva".
En el centro del ring, Jara enfrenta el desafío de ampliar su base más allá del electorado tradicional de izquierda. Temas como seguridad, migración y crecimiento económico, que han dominado la agenda ciudadana, no han sido centrales en su discurso, lo que limita su capacidad de conectar con votantes indecisos o descontentos. Este déficit se refleja en la desafección de parte del electorado joven, que podría inclinarse por opciones más disruptivas o incluso abstenerse de votar.
Desde una perspectiva política, este enfrentamiento revela la fragmentación y la volatilidad del electorado chileno. La izquierda, dividida y con dificultades para consolidar un liderazgo claro, se ve confrontada con una derecha que, pese a sus tensiones internas, exhibe mayor cohesión y capacidad movilizadora. Regionalmente, la polarización se siente con fuerza en zonas urbanas y rurales, donde las preocupaciones sobre seguridad y economía marcan la pauta.
Ciudadanos y analistas coinciden en que el escenario plantea incógnitas sobre la calidad del debate democrático y la representatividad del proceso electoral. Un académico de la Universidad de Chile afirmó que "la baja participación y el desgaste del oficialismo reflejan un desencanto profundo que podría afectar la legitimidad del próximo gobierno".
En definitiva, la contienda presidencial 2025 no solo es una batalla por el poder, sino un espejo de las tensiones sociales y políticas que atraviesan Chile. La posibilidad de una segunda vuelta entre Kast y Matthei, lejos de ser una mera hipótesis, se convierte en un escenario probable que obliga a la izquierda a repensar estrategias y a la derecha a mantener su impulso.
La verdad que emerge de estos meses es clara: la fragmentación y el desencanto electoral configuran un tablero donde la polarización se intensifica y la incertidumbre sobre el futuro político del país se profundiza. El desafío para todos los actores será, entonces, superar la desafección y construir puentes que permitan un diálogo más inclusivo y una democracia más robusta.