
En un escenario que parecía destinado a la incertidumbre, la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) envió en septiembre de 2025 a la Contraloría los contratos modificados que formalizan la alianza entre Codelco y SQM para la explotación conjunta del litio en el Salar de Atacama. Este paso administrativo, que parecía rutinario, representa en realidad la culminación de un complejo proceso político, social y económico que lleva meses en desarrollo y que pone en jaque viejos paradigmas de la minería chilena.
Los contratos aprobados establecen un marco para que Codelco, a través de su filial Minera Tarar SpA, se incorpore al negocio del litio a partir de 2031, extendiendo la operación hasta 2060. SQM, con presencia histórica en la zona, comparte ahora la gestión con la estatal, marcando un cambio profundo en la administración de uno de los recursos más codiciados del planeta.
José Miguel Benavente, vicepresidente ejecutivo de Corfo, destacó que "este acuerdo se enmarca en la Estrategia Nacional del Litio que busca asegurar una mayor participación del Estado en las rentas asociadas y un aumento sostenible de la producción".
Sin embargo, la alianza no es vista con el mismo optimismo por todos. Diversos actores políticos y sociales han expresado reparos sobre la concentración del control estatal y cuestionan la capacidad de la empresa pública para gestionar el recurso sin afectar a las comunidades y al medio ambiente.
Desde la perspectiva gubernamental y empresarial, el acuerdo es una oportunidad para asegurar la soberanía sobre un mineral estratégico, garantizando además la introducción de tecnologías que reduzcan el consumo de agua continental y mejoren la sustentabilidad ambiental.
Durante la consulta indígena que duró cerca de 10 meses y que incluyó más de 40 reuniones con representantes del pueblo Lickanantay, se lograron acuerdos que fortalecen compromisos ambientales y sociales. Entre ellos, destacan planes para la reducción progresiva del uso de agua dulce, incorporación de energías limpias, y aportes económicos para el desarrollo territorial en las comunas involucradas.
No obstante, organizaciones indígenas y ambientalistas mantienen una postura crítica, alertando sobre los riesgos de la minería en salares y la necesidad de respetar plenamente los derechos ancestrales y el equilibrio ecológico.
La Comisión Chilena de Energía Nuclear (CChEN) otorgó en julio de 2025 la autorización para la cuota inicial de extracción de litio, un permiso clave que garantiza la continuidad operativa de la futura sociedad público-privada. Este permiso establece una extracción inicial de hasta 2,5 millones de toneladas de litio metálico equivalente, con potencial ampliación.
El proyecto Salar Futuro, que ingresará su Estudio de Impacto Ambiental en el segundo semestre de 2026, será la prueba de fuego para validar en terreno los compromisos ambientales y sociales asumidos.
La alianza Codelco-SQM enfrenta desafíos que van más allá de la técnica y la economía. La histórica tensión entre la necesidad de desarrollo económico, la protección ambiental y el respeto a las comunidades indígenas pone a prueba la capacidad del Estado y las empresas para gestionar recursos estratégicos con responsabilidad.
Por otro lado, la reciente controversia sobre la reputación de Codelco en materia de salud laboral ha generado un debate público que podría influir en la percepción ciudadana sobre la gestión de la estatal.
Tras meses de negociaciones, consultas y validaciones, el acuerdo entre Codelco y SQM para explotar el litio en el Salar de Atacama se perfila como un hito en la minería chilena. La formalización de contratos y permisos regulatorios dejan claro que la alianza seguirá adelante, con un modelo que busca equilibrar intereses públicos y privados.
Sin embargo, las verdaderas consecuencias —en términos de impacto ambiental, social y económico— solo podrán ser evaluadas con el tiempo, a medida que el proyecto Salar Futuro avance y se desplieguen las tecnologías y sistemas de monitoreo prometidos.
Este caso nos invita a reflexionar sobre la complejidad de gestionar recursos naturales estratégicos en un mundo donde las demandas de sostenibilidad, justicia social y eficiencia económica convergen y a menudo chocan. La historia del litio en Chile está lejos de cerrarse; apenas comienza a escribirse un nuevo capítulo.