Crimen organizado en Chile: infiltración en Gendarmería y otras instituciones públicas: Un fenómeno que desafía la integridad estatal

Crimen organizado en Chile: infiltración en Gendarmería y otras instituciones públicas: Un fenómeno que desafía la integridad estatal
Actualidad
Conflictos sociales
2025-11-23
Fuentes
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- Infiltración interna: funcionarios de Gendarmería facilitaron datos confidenciales para ataques.

- Multiplicidad de actores: militares, fiscales y bandas criminales se cruzan en la red delictiva.

- Desafío institucional: el Estado enfrenta la urgencia de fortalecer controles para evitar la corrosión desde adentro.

Un ataque con disparos, amenazas y una corona de flores en la puerta de un gendarme en Cauquenes puso en evidencia un fenómeno mucho más profundo: la penetración del crimen organizado dentro de las instituciones chilenas.

En abril de 2025, tres sujetos armados llegaron al domicilio de un comandante de Gendarmería, dispararon diez veces y dejaron una carta con amenazas explícitas contra él y sus colegas. Lo que en un inicio parecía un acto aislado de violencia escaló rápidamente a una investigación que reveló la participación interna: al menos cuatro funcionarios consultaron la dirección del afectado en la base de datos interna semanas antes del ataque.

Este hecho no es un caso aislado, sino parte de una serie de episodios que han sacudido a Chile en los últimos meses. Desde militares formalizados por tráfico de drogas, pasando por un fiscal expulsado por vínculos con narcotraficantes, hasta el secuestro de un exalcalde, la sombra del crimen organizado se extiende peligrosamente sobre las estructuras estatales.

Carlos Guajardo, académico de la Universidad Alberto Hurtado, advierte que “lo que estamos viendo es la punta del iceberg”, un problema silencioso y profundo que se ha gestado durante años y que implica una masa crítica de infiltración institucional. Por su parte, la investigadora Valeska Troncoso, de la Universidad de Santiago, subraya que “las organizaciones criminales se valen de la impunidad, la corrupción y la violencia para operar, y Chile ya muestra esas tres caras”.

En el caso puntual de Gendarmería, la investigación apunta a que la filtración de datos fue clave para que el crimen organizado, específicamente el grupo conocido como Tren de Aragua, pudiera ejecutar la amenaza. Los atacantes, detenidos y en prisión preventiva, habrían sido contratados desde el penal para amedrentar a quienes obstaculizan sus operaciones internas, como el comandante amenazado, quien había ordenado intervenciones contra el tráfico de drogas dentro de la cárcel.

La fiscalía mantiene abierta la investigación para identificar a los funcionarios que facilitaron la información y a quienes estarían detrás del pago de medio millón de pesos a los agresores. Esto revela una red compleja de complicidades que va más allá del simple delito y pone en jaque la integridad de la institución encargada de la seguridad penitenciaria.

Desde el ámbito político y gubernamental, la subsecretaria de Prevención del Delito, Carolina Leitao, reconoce la gravedad del fenómeno, pero destaca que “los sistemas de control interno están funcionando” al detectar y denunciar estos casos. Añade que la estrategia estatal se orienta a fortalecer las instituciones y mejorar la inteligencia financiera para rastrear el dinero ilícito.

Sin embargo, expertos como Troncoso y Guajardo coinciden en que la ventana para actuar se está cerrando rápidamente. La infiltración del crimen organizado en las instituciones no es una amenaza futura, sino una realidad palpable que Chile debe enfrentar con urgencia para evitar llegar a niveles comparables con países como México o Colombia.

“No hay que ser alarmista, pero sí reconocer que estamos ante manifestaciones claras del crimen organizado y tomar acciones ahora, no cuando el daño sea irreversible”, señala Troncoso.

Este fenómeno plantea una disonancia cognitiva profunda: mientras las instituciones intentan demostrar que están en control, la evidencia muestra grietas que permiten el paso de actores criminales con sofisticación y alcance. La tragedia, en este coliseo, es que quienes deberían proteger el Estado de Derecho se ven a sí mismos convertidos en piezas vulnerables de un engranaje delictivo.

Conclusiones visibles:

- La infiltración del crimen organizado en instituciones chilenas es un proceso ya en marcha, no un riesgo futuro.

- La complicidad interna, evidenciada en casos como el ataque al gendarme, muestra la necesidad de auditorías rigurosas y controles internos reforzados.

- La respuesta estatal debe ser integral, combinando inteligencia, transparencia y fortalecimiento institucional para preservar el monopolio legítimo de la violencia y el control territorial.

- El desafío es evitar que la tragedia de la corrupción y la violencia institucional se convierta en rutina, manteniendo la vigilancia y acción preventiva como prioridades nacionales.

La historia reciente demuestra que la corrupción y la violencia no solo golpean desde afuera, sino que también pueden surgir desde el corazón mismo de las instituciones que deberían protegernos. La catarsis colectiva está en cómo Chile enfrenta este desafío, con la mirada puesta en preservar la integridad del Estado y la seguridad de sus ciudadanos.