
En el último tramo antes de la segunda vuelta presidencial, la figura de José Antonio Kast emerge con una ventaja que, aunque no definitiva, marca un escenario de alta polarización y con múltiples interrogantes sobre el comportamiento electoral final. Las encuestas de Cadem, Universidad del Desarrollo y Criteria coinciden en que Kast supera a Jeannette Jara por un margen que oscila entre 16 y 18 puntos porcentuales.
Este liderazgo se sustenta en un sólido traspaso de votos provenientes de electores que en la primera vuelta apoyaron a candidatos como Franco Parisi, Johannes Kaiser y Evelyn Matthei. Por ejemplo, un 88-92% de los votantes de Kaiser se inclinan por Kast, mientras que entre quienes respaldaron a Parisi y Matthei el apoyo es más disperso, aunque mayoritario hacia el republicano. Sin embargo, la presencia significativa de indecisos, votos nulos y blancos —que en algunos estudios superan el 15%— añade un componente de incertidumbre que mantiene la tensión en la campaña.
Desde el lado de la candidata oficialista, Jeannette Jara, la fidelidad de su base electoral es alta, con un respaldo cercano al 99% entre quienes la votaron en primera vuelta. Su perfil se destaca por atributos personales como la cercanía y tolerancia, en contraste con la percepción de Kast, quien lidera en temas como seguridad, economía y liderazgo, según los sondeos.
Esta dicotomía no solo refleja posturas políticas, sino también tensiones sociales y culturales profundas que se han ido agudizando durante la campaña. El choque de discursos y estrategias se ha traducido en desafíos públicos, entre ellos la negativa inicial de Kast a participar en debates con Jara, que luego se transformaron en un intercambio de invitaciones y reproches, evidenciando un ambiente electoral crispado.
“La campaña se ha convertido en un coliseo donde cada movimiento es observado con lupa y la expectativa es alta, pero también crece la ansiedad por el desenlace”, señala un analista político consultado para este informe.
Por otro lado, la evaluación del actual gobierno de Gabriel Boric se mantiene en niveles bajos, con una aprobación que ronda el 30% y una desaprobación que supera el 60%, factores que también inciden en la dinámica electoral y en la percepción ciudadana sobre el futuro político del país.
Desde las regiones, la realidad es diversa: mientras en zonas urbanas y más acomodadas el electorado muestra una tendencia más equilibrada, en sectores rurales y periféricos el apoyo a Kast se acentúa, reflejando brechas socioeconómicas y culturales que atraviesan la elección.
En definitiva, esta segunda vuelta se presenta como un escenario complejo donde la ventaja numérica de Kast no asegura un triunfo sin desafíos. La movilización de los indecisos, la participación electoral y la capacidad de cada campaña para ampliar su base serán determinantes en los días que quedan.
El resultado definitivo no solo definirá al próximo Presidente, sino que también marcará la dirección política y social que Chile tomará en un contexto de alta fragmentación y demandas ciudadanas insatisfechas.
Este análisis invita a mirar más allá del resultado inmediato, comprendiendo las raíces y consecuencias de un proceso electoral que refleja las contradicciones y esperanzas de una sociedad en plena transformación.