
En un otoño que se alarga más allá de lo habitual gracias al cambio climático, España presenta un abanico de playas donde la comodidad, la historia y un clima templado convergen para ofrecer una experiencia turística diferente a la del verano.
La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) confirmó un otoño más seco y cálido que la media histórica, prolongando la temporada playera y permitiendo que hoteles y restaurantes mantengan sus puertas abiertas más allá de las fechas tradicionales. Este escenario ha dado lugar a una reconfiguración del turismo de temporada, donde la tranquilidad y la autenticidad ganan terreno frente al bullicio veraniego.
En la Costa Blanca, la playa de Muchavista se extiende por 3,4 kilómetros, complementada por la playa de San Juan, sumando más de seis kilómetros de arena fina y aguas templadas. Esta zona, con bandera azul y certificaciones de calidad, combina un ambiente urbano con espacios para deportes náuticos como el wingfoil, surf y paddle surf.
Mayte Vañó, vecina habitual, comenta: "Vengo a menudo al clarear, porque en estas fechas no hace demasiado frío y disfruto del sol naranja que pinta el amanecer".
La oferta gastronómica destaca por su diversidad y atención a dietas especiales, con restaurantes como Xaloc Lounge y Alma de Mar, que permanecen abiertos hasta altas horas.
En el corazón de la Costa del Sol, La Carihuela, barrio marinero de Torremolinos, conserva su identidad con barcas de jábega fenicias y una gastronomía que honra la tradición pesquera. La playa mantiene su actividad turística durante el otoño, con bares y chiringuitos que prolongan la temporada.
Un visitante habitual señala: "Aquí el arroz tiene gusto de arroz y el pescado, de pescado".
En Ibiza, playas como En Bossa mantienen su atractivo más allá del verano, con clubes como Nassau Beach Club anunciando apertura durante todo el año. La isla combina ocio nocturno con eventos culturales, exposiciones y rutas históricas, como la necrópolis púnica de Puig des Molins.
En Mallorca, Can Pere Antoni se destaca como la playa urbana por excelencia, con fácil acceso y oferta gastronómica de calidad, mientras que en Menorca, la costa de Tramuntana ofrece playas protegidas y menos masificadas, ideales para quienes buscan tranquilidad.
En Gran Canaria, la bahía de Sardina ofrece una playa urbana pequeña pero con servicios completos y acceso limitado para preservar su entorno. Destaca la protección de ecosistemas marinos y una oferta gastronómica que combina tradición y modernidad.
En Tenerife, el puerto de Los Gigantes es punto de partida para excursiones de avistamiento de cetáceos, que respetan estrictamente las normas de conservación marina.
La prolongación de la temporada turística plantea desafíos y oportunidades para el sector: la necesidad de adaptar infraestructuras, diversificar la oferta y garantizar la sostenibilidad ambiental. Desde el punto de vista social, la ampliación de la temporada puede aliviar la presión económica en municipios dependientes del turismo estacional, pero también requiere un equilibrio con la preservación del patrimonio natural y cultural.
Diferentes actores expresan visiones encontradas: mientras algunos empresarios turísticos celebran la extensión del período de actividad, organizaciones ambientales advierten sobre el impacto en ecosistemas vulnerables y la importancia de un turismo responsable.
Este fenómeno, que no es exclusivo de España sino que refleja tendencias globales, invita a repensar el modelo turístico tradicional y a valorar las playas no solo como destinos de verano, sino como espacios culturales y naturales que ofrecen experiencias enriquecedoras durante todo el año.
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Fuentes consultadas incluyen la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), publicaciones de El País y testimonios de residentes y expertos locales, así como análisis de impacto socioeconómico y ambiental elaborados en 2025.