
En el corazón de Nueva York, durante la Summer Fancy Food Show 2025, Chile no solo exhibió productos; se enfrentó a una encrucijada que trasciende las vitrinas y los estantes. Cuatro empresas nacionales —Nativ for Life, Bigu Snacks, Grana y Patagonian Spirit Tea— mostraron una propuesta que mezcla innovación con ingredientes autóctonos, desde maqui y murta hasta zapallo y rosa mosqueta, buscando abrirse paso en un mercado estadounidense altamente competitivo.
Este evento, organizado por la Specialty Food Association, es mucho más que una feria: es un escenario donde convergen productores, distribuidores y chefs, y donde cada producto cuenta una historia de identidad, estrategia y aspiración económica. Andrea Sapag, directora comercial de ProChile en Nueva York, lo resumió así: "Estamos mostrando productos con innovación, identidad y calidad, que responden a las nuevas tendencias de consumo a nivel global". Pero ¿qué significa esto para Chile?
Por un lado, la apuesta por ingredientes ancestrales tiene un fuerte componente cultural y económico. La Patagonia y otras regiones del sur chileno aportan sabores únicos que, bien posicionados, pueden transformar la percepción internacional del país como proveedor gourmet. Sin embargo, esta narrativa también enfrenta tensiones internas y externas.
Desde la perspectiva empresarial, Bigu Snacks y Grana representan enfoques distintos: mientras la primera se orienta a snacks inclusivos para veganos, celíacos y alérgicos, la segunda apuesta por productos de bajo impacto glicémico. Ambas buscan nichos de mercado específicos, lo que refleja una creciente sofisticación del sector alimentario chileno. Patagonian Spirit Tea, con su mezcla de ingredientes locales y clásicos como el té negro de Ceilán, encarna la fusión entre tradición y globalización.
Pero no todo es armonía. Algunos críticos regionales y sociales advierten sobre el riesgo de mercantilizar la identidad cultural, convirtiendo en producto lo que es patrimonio intangible. Desde el sur, voces mapuche y comunidades locales han expresado inquietudes sobre la apropiación y explotación de recursos naturales y culturales sin un beneficio equitativo. Este debate amplía la discusión más allá de la feria, hacia la sostenibilidad y justicia socioeconómica.
Además, el desafío de posicionar estos productos en Estados Unidos implica adaptarse a las reglas del mercado global, donde la competencia es feroz y la diferenciación, clave. La participación chilena, coordinada por ProChile, es un paso estratégico, pero también una prueba de resistencia y creatividad.
En definitiva, la presencia chilena en la Summer Fancy Food Show 2025 es más que una vitrina: es un escenario donde se juegan identidades, economías y futuros posibles. El balance revela una industria emergente que combina innovación y tradición, pero también expone tensiones sobre el uso de recursos culturales y naturales. La lección que queda es que el éxito internacional no solo se mide en ventas, sino en la capacidad de construir narrativas que respeten y enriquezcan el patrimonio nacional, mientras se navega en las complejidades del mercado global.
2025-10-26
2025-11-05
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