
Un giro en la contienda presidencial chilena ha sacudido las expectativas previas a las elecciones de noviembre 2025. La contundente victoria de Jeannette Jara en las primarias del Partido Comunista a fines de junio no solo reconfiguró el tablero electoral, sino que también puso en jaque las predicciones que hasta entonces parecían sólidas.
Los mercados de predicción, como Polymarket, que habían anticipado con éxito este triunfo, ahora proyectan un escenario complejo y polarizado. Según esta plataforma, el republicano José Antonio Kast emerge como favorito para ganar la primera vuelta, con una probabilidad cercana al 50%, mientras que Evelyn Matthei, representante de ChileVamos, recupera terreno con un 25% de opciones. En contraste, Jara aparece relegada con un 18% y el libertario Johannes Kaiser apenas alcanza un 4%.
Este fenómeno refleja una división profunda entre las fuerzas políticas tradicionales y los nuevos actores, donde la derecha parece recuperar protagonismo, pero sin un claro dominio absoluto. La izquierda, pese al impulso inicial de Jara, enfrenta un desafío para consolidar su base y ampliar su alcance más allá de sus nichos tradicionales.
Desde la mirada de la izquierda, el triunfo de Jara representa un renacer de la esperanza y un llamado a la movilización social. “Este resultado demuestra que las voces populares aún pueden imponerse frente a las élites tradicionales”, afirma un analista cercano al Partido Comunista.
En cambio, sectores de la derecha interpretan este escenario como una oportunidad para recuperar espacios perdidos y consolidar una agenda conservadora que resuena con el electorado preocupado por la seguridad y la economía. “La ciudadanía busca estabilidad y liderazgo claro, algo que Kast y Matthei pueden ofrecer”, señala un experto en ciencias políticas.
Las regiones del norte y sur del país muestran también una reacción diferenciada. Mientras en el norte la derecha mantiene un fuerte arraigo, en zonas urbanas del centro y sur el apoyo a Jara y otras candidaturas progresistas persiste, aunque con señales de desgaste.
Es importante destacar que los mercados de predicción, aunque útiles, no son infalibles y dependen de la información disponible y la interpretación colectiva. “Estos mercados reflejan una fotografía dinámica y cambiante, no una sentencia definitiva”, advierte un académico de la Universidad de Chile.
Además, la fragmentación del voto y la volatilidad política chilena sugieren que la carrera presidencial podría experimentar nuevos vuelcos hasta noviembre, cuando los electores decidan en las urnas.
El escenario actual exhibe una contienda electoral en la que ningún candidato puede considerarse seguro y donde las alianzas, discursos y movilizaciones sociales jugarán un rol decisivo. El triunfo de Jara en las primarias fue solo el primer acto de un drama político que aún está lejos de resolverse.
Este episodio invita a reflexionar sobre la naturaleza del sistema político chileno, la representación de sus ciudadanos y las estrategias que cada sector debe adoptar para conectar con un electorado cada vez más exigente y fragmentado.
En definitiva, la elección presidencial de 2025 no solo definirá un gobierno, sino que también será un termómetro de las tensiones y esperanzas que recorren a Chile en este momento histórico.