
Un choque que no solo dejó víctimas fatales, sino que expuso las grietas en la movilidad y la respuesta sanitaria en La Pintana. El 24 de junio de 2025, en la intersección de Baldomero Lillo con Avenida Santa Rosa, un vehículo particular que transportaba a una mujer en trabajo de parto transitó por el corredor exclusivo para buses con la intención de llegar rápido a un centro asistencial. Lo que parecía una decisión desesperada terminó en tragedia: dos personas murieron en el lugar y seis resultaron heridas, incluyendo a una persona que esperaba locomoción colectiva en un paradero. Además, la mujer dio a luz en el sitio del accidente, y el recién nacido, inicialmente en riesgo vital, logró estabilizarse.
Desde el inicio, la versión oficial descartó la hipótesis de una persecución policial, aclarando que la mujer estaba en las últimas semanas de embarazo y presentaba contracciones, lo que motivó el uso del corredor exclusivo y la conducción apresurada, incluso con uso de bocina. Sin embargo, el choque se produjo cuando otro vehículo giró hacia Baldomero Lillo, provocando la colisión y la posterior proyección contra postes y paradero.
"El vehículo siniestrado transitaba por la pista exclusiva para buses debido a la urgencia médica", explicó la alcaldesa Claudia Pizarro, quien además confirmó que las investigaciones continúan para determinar responsabilidades. Desde Carabineros, el teniente coronel Manuel Aguilera detalló que las víctimas fatales y los heridos corresponden mayoritariamente a los ocupantes del vehículo y a un peatón en el paradero.
Este accidente ha abierto un debate más profundo sobre la gestión del espacio público y la respuesta sanitaria en comunas vulnerables. Para sectores críticos, la decisión de usar vías exclusivas refleja la falta de alternativas reales para emergencias médicas en barrios periféricos. "El sistema de salud y la infraestructura vial no están preparados para atender con rapidez a quienes más lo necesitan", señala un académico en movilidad urbana.
Por otro lado, autoridades municipales y expertos en seguridad vial insisten en que el respeto a las normas de tránsito es fundamental para evitar tragedias. "Aunque la urgencia es comprensible, la conducción temeraria pone en riesgo a terceros, como ocurrió con los pasajeros del paradero", advierten desde organizaciones de seguridad vial.
Vecinos de La Pintana expresan una mezcla de dolor e indignación. Algunos lamentan la falta de infraestructura de salud cercana y la congestión que obliga a tomar rutas alternativas. Otros reclaman mayor fiscalización y campañas educativas para conductores.
"Es una tragedia que podría haberse evitado si hubiera mejor acceso a atención médica y respeto por las normas", comenta una dirigente vecinal.
Este accidente no solo dejó una huella dolorosa en La Pintana, sino que evidenció la tensión entre la urgencia sanitaria y la regulación vial en zonas urbanas complejas. La emergencia de un parto en el lugar y la supervivencia del lactante contrastan con la pérdida de vidas y la afectación a terceros. Las investigaciones en curso deberán esclarecer responsabilidades, pero la discusión ya trasciende a la necesidad de repensar la infraestructura, la gestión de emergencias y la educación vial.
En definitiva, esta tragedia sirve como un espejo para la ciudad: la urgencia y la rapidez no pueden justificar el sacrificio de la seguridad colectiva, y la falta de alternativas sanitarias y urbanas adecuadas sigue siendo un desafío pendiente para las autoridades y la sociedad chilena.