
El lunes 23 de junio de 2025 quedará marcado en la memoria de los mercados globales como una jornada de vértigo, donde el precio del petróleo experimentó una caída de hasta un 7% en medio de una escalada bélica entre Israel e Irán, para luego dar paso a un inesperado cese al fuego que reconfiguró las expectativas económicas y políticas del mundo.
En el epicentro de esta tormenta, el petróleo Brent llegó a dispararse por encima de los 80 dólares por barril en la apertura asiática, pero cerró la sesión en US$71,48, su mayor retroceso en tres años. El WTI, referencia estadounidense, perdió cerca de un 5%. Esta volatilidad reflejó la incertidumbre sobre la estabilidad de la ruta marítima estratégica del Estrecho de Ormuz, cuya eventual clausura habría desatado una crisis energética global.
Desde la perspectiva económica, expertos como Guillermo Araya, gerente de estudios de Renta 4, interpretaron que la limitada respuesta iraní —un ataque sin víctimas fatales a una base estadounidense en Qatar— disipó temores de una escalada mayor, 'reduciendo el riesgo de un bloqueo que habría paralizado el comercio petrolero'. Sin embargo, esta lectura optimista convive con la preocupación latente de que el equilibrio sea frágil y temporal.
En Wall Street, la sesión osciló entre pérdidas iniciales y una recuperación final que sorprendió a analistas y operadores. Tras el anuncio del cese al fuego por parte del presidente Donald Trump, los principales índices estadounidenses cerraron con avances: el S&P 500 subió 0,96%, el Nasdaq 0,94% y el Dow Jones 0,89%. La renta fija también reaccionó como activo refugio, con caídas en las tasas de bonos del tesoro.
Desde el prisma político, el gesto de Trump agradeciendo a Irán por la advertencia previa al ataque y llamando a la paz fue leído con escepticismo y esperanza a la vez. Para algunos analistas, representa una señal de distensión real en un conflicto que ha marcado la agenda global durante meses; para otros, un respiro táctico en una pugna que podría reactivarse en cualquier momento.
En Chile, el impacto se hizo sentir en la cotización del cobre, que subió 0,72% a US$4,93 la libra, reflejando un mercado atento a la estabilidad global. Sin embargo, voces desde sectores empresariales y académicos advierten que la volatilidad continuará mientras persistan las incertidumbres geopolíticas.
Las reacciones regionales también evidencian disparidad. Mientras algunos gobiernos y sectores económicos valoran el cese al fuego como una oportunidad para la recuperación económica y la estabilidad, grupos sociales y organizaciones de derechos humanos mantienen una postura crítica, recordando que los daños humanos y políticos del conflicto no se resuelven con un acuerdo temporal.
Con la perspectiva que ofrece el tiempo, se puede concluir que este episodio mostró la fragilidad de los mercados ante tensiones geopolíticas y la importancia de la diplomacia preventiva. La caída del petróleo y la posterior recuperación bursátil no solo reflejan movimientos financieros, sino que son el espejo de un mundo donde la paz y la guerra conviven en un delicado equilibrio.
El desafío para Chile y el mundo es cómo construir una narrativa que no solo atienda la volatilidad inmediata, sino que integre las causas profundas, las consecuencias humanas y los caminos hacia una estabilidad duradera. La jornada del 23 de junio fue un recordatorio de que la economía global está intrínsecamente ligada a las decisiones políticas y que la calma en los mercados puede ser tan efímera como el frágil cese al fuego anunciado.