
El abandono masivo de directores escolares en Chile ha dejado al descubierto una crisis estructural que afecta directamente la calidad y estabilidad del sistema educativo público. Uno de cada cinco directores renuncia durante su primer año en el cargo, y esta tendencia no muestra signos de mejora con el tiempo. Este fenómeno, que se ha ido consolidando entre 2015 y 2023, pone en jaque la capacidad de las escuelas para mantener una conducción sólida y coherente, especialmente en los sectores más vulnerables.
Diversos estudios, incluyendo el análisis realizado por el Centro de Liderazgo Educativo de la Facultad de Educación UDD, revelan que la salida de directores es más pronunciada en los colegios públicos, donde el desafío es mayor y los recursos más limitados. “El liderazgo en educación pública enfrenta condiciones que incrementan el riesgo de abandono, profundizando las desigualdades existentes”, señalan los expertos.
Desde una perspectiva política, las autoridades han reconocido la problemática pero las respuestas han sido fragmentadas. Mientras algunos sectores apuntan a la necesidad de aumentar el financiamiento y mejorar las condiciones laborales, otros insisten en reformas estructurales más profundas que incluyan cambios en la gestión y evaluación de directores.
Los propios directores relatan un desgaste constante, marcado por la sobrecarga administrativa, la presión política y la falta de acompañamiento profesional. “Sentí que estaba solo enfrentando problemas que requerían un equipo y una red de apoyo que no existía”, comenta una directora de un establecimiento en la Región Metropolitana.
En las zonas rurales y periferias urbanas, el escenario es aún más crítico. La ausencia de incentivos y de mecanismos de soporte hace que el liderazgo sea una tarea casi heroica, con consecuencias directas en la calidad educativa y el clima escolar.
El análisis de trayectoria de 9.200 líderes educativos evidencia que el abandono no solo es frecuente sino que está asociado a factores que podrían ser mitigados. La falta de acompañamiento sistemático, la ausencia de incentivos claros y la carencia de un sistema de datos que permita anticipar renuncias son los principales vacíos identificados.
Las recomendaciones apuntan a tres frentes principales:
- Implementar programas de acompañamiento que apoyen a los directores, especialmente en sus primeros años.
- Crear incentivos atractivos para que el cargo sea deseable y sostenible.
- Desarrollar sistemas de información que permitan anticipar y comprender las causas de abandono para intervenir oportunamente.
La crisis del liderazgo escolar no es un problema aislado ni reciente, sino la manifestación visible de un sistema que no ha logrado adaptarse a las demandas actuales. Si no se abordan las causas estructurales, la rotación constante de directores seguirá afectando la estabilidad y calidad educativa.
Esta realidad obliga a un debate profundo y honesto, que reconozca las tensiones entre las expectativas sociales, las condiciones laborales y las políticas públicas. La pluralidad de voces —desde el mundo académico, político y las comunidades escolares— muestra que no existen soluciones simples ni un consenso claro, pero sí una urgencia compartida.
En definitiva, el liderazgo escolar en Chile está en una encrucijada: sobrevivir a la presión o transformarse mediante un apoyo efectivo y una valoración real de su rol. La tragedia de quienes abandonan sus cargos es también un llamado para que el país repiense cómo se sostiene la educación pública en el largo plazo.
2025-11-02
2025-11-04