El despertar de Mejillones el 23 de junio de 2025 fue abrupto. A las 09:50 horas, un sismo de magnitud 4.0 con epicentro a 11 kilómetros al noreste de la ciudad y a una profundidad de 39 kilómetros sacudió esta comuna costera. Aunque no se reportaron daños mayores, la sacudida abrió un debate que se mantiene vivo meses después: ¿es este un evento aislado o el preludio de una mayor actividad sísmica en la zona?
Chile, un país marcado por su historia sísmica, ha experimentado desde el siglo XVI una serie de terremotos que han moldeado no solo su geografía sino también su cultura y políticas públicas. El sismo de Mejillones, aunque de baja magnitud, recuerda la vulnerabilidad constante que enfrentan sus habitantes. Según el Centro Sismológico Nacional (CSN), este evento no está fuera de lo común en la dinámica tectónica regional, pero su ocurrencia en una zona menos acostumbrada a movimientos fuertes ha generado inquietud.
Desde el gobierno regional, se ha enfatizado en la importancia de mantener la calma y fortalecer los planes de emergencia. La Intendenta de Antofagasta declaró: “Este temblor reafirma la necesidad de continuar con la educación sísmica y la preparación ciudadana”. Sin embargo, sectores de la sociedad civil y expertos en gestión de riesgo advierten que la respuesta oficial ha sido insuficiente, señalando que la infraestructura local aún presenta deficiencias en estándares antisísmicos.
En contraste, algunos académicos sostienen que la percepción de riesgo puede estar sobredimensionada. La geóloga María Fernández, de la Universidad de Chile, señala: “Un evento de magnitud 4.0 es común y no necesariamente indica un sismo mayor inminente, pero sí es un recordatorio para no bajar la guardia”. Esta dualidad refleja la tensión entre la necesidad de alerta y la prevención de alarmismos que puedan generar ansiedad social.
Mejillones, con su economía ligada a la minería y al puerto, enfrenta el desafío de equilibrar desarrollo y seguridad. Un dirigente vecinal expresó: “Vivimos con el temor latente, pero también con la urgencia de que las autoridades inviertan en obras que protejan a la comunidad”. Esta voz resuena en un contexto donde la preparación para desastres naturales no siempre ha sido prioritaria.
Por otro lado, la experiencia histórica chilena, desde el devastador terremoto de Valdivia en 1960 hasta el sismo del 27F en 2010, ha dejado una huella imborrable en la memoria colectiva. La pregunta que subyace es cómo esas tragedias han moldeado o no la resiliencia actual de comunidades como Mejillones.
El sismo de Mejillones no produjo daños materiales ni víctimas, pero su impacto va más allá del movimiento físico: ha puesto en evidencia las distintas percepciones sociales sobre el riesgo y la gestión de emergencias.
Se concluye que, aunque la actividad sísmica es un fenómeno natural esperado en Chile, la preparación y respuesta siguen siendo un desafío pendiente, especialmente en localidades con menor experiencia directa en grandes temblores. La necesidad de diálogo abierto entre autoridades, expertos y comunidades es fundamental para construir un sistema de prevención que no solo reduzca daños, sino que también fortalezca la confianza ciudadana.
Este episodio reafirma que en la arena sísmica chilena, la tragedia no siempre es inmediata, pero la tensión y el desafío de convivir con la incertidumbre persisten, invitando a un ejercicio constante de reflexión y acción conjunta.
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Fuentes consultadas: Centro Sismológico Nacional, Infobae, declaraciones públicas de autoridades regionales, entrevistas a académicos y dirigentes sociales.
2025-09-29