
El 4 de septiembre de 2025, Giorgio Armani, el diseñador italiano que transformó la moda contemporánea, falleció a los 91 años dejando un legado que va mucho más allá de sus icónicos trajes. Su muerte fue confirmada por el Grupo Armani, que destacó que "Il Signor Armani" partió en paz, rodeado de sus seres queridos. Cinco meses después, el destino de su imperio y la herencia que construyó han comenzado a tomar forma, aunque no sin tensiones y debates que reflejan la complejidad de su obra y su persona.
Lo que comenzó en 1975 como una casa de moda en Milán se convirtió en un conglomerado que en 2024 reportó ingresos superiores a 2.300 millones de dólares, con presencia en más de 60 países y una plantilla que supera los 10.000 empleados. El grupo Armani no solo abarca líneas de ropa como Emporio Armani, Armani Exchange y Armani Jeans, sino que también incluye hoteles, restaurantes, clubes exclusivos, perfumes, cosméticos y hasta un equipo de baloncesto, el Olimpia Milano.
Este último detalle no es menor: Armani no solo diseñó para las estrellas de Hollywood y la élite mundial, sino que también dejó su huella en el deporte italiano, vistiendo selecciones nacionales y equipos emblemáticos, y adquiriendo un club que lleva su nombre.
Una de las preguntas que más ha generado especulación es quién tomará las riendas del imperio. El diseñador no tuvo hijos y, según documentos abiertos en septiembre de 2025, su fortuna y el control mayoritario del grupo pasarán a la Fundación Giorgio Armani, creada en 2016 para preservar su legado. Sin embargo, el reparto exacto y la gobernanza quedan en manos de sus sobrinos, su pareja y ejecutivos cercanos, como Pantaleo Dell’Orco, su mano derecha durante décadas.
Desde distintas perspectivas, esta transición ha sido vista con optimismo y con cautela. Algunos expertos en gestión empresarial destacan la prudencia de Armani al blindar su empresa frente a adquisiciones externas y mantener la independencia, un valor poco común en la industria del lujo. Otros advierten que el liderazgo distribuido y la ausencia de un sucesor claro podrían generar tensiones internas que pongan en riesgo la cohesión del grupo.
Aunque Armani siempre fue sinónimo de elegancia, orden y perfección, su imperio no estuvo exento de controversias. En 2024, la justicia italiana intervino en Giorgio Armani Operations debido a denuncias por abuso laboral en su cadena de suministro, donde se documentaron condiciones precarias en talleres subcontratados. Tras meses bajo administración judicial, la empresa implementó reformas que permitieron levantar estas medidas, pero el episodio dejó una mancha en la reputación del grupo.
Además, el propio Armani, reconocido por su obsesión por el control, delegó progresivamente responsabilidades en sus últimos años, especialmente debido a problemas de salud, lo que generó un proceso de adaptación para sus colaboradores y familiares.
“Armani no solo revolucionó la forma de vestir, sino que creó un estilo de vida y un modelo empresarial que pocos han logrado igualar”, señala Silvia Alexandrowitch, historiadora de moda. “Su apuesta por la independencia y la calidad es un mensaje claro para la industria, aunque el futuro es incierto sin su liderazgo directo.”
Desde el mundo empresarial, algunos analistas subrayan que la Fundación y el Consejo de Administración deberán equilibrar la preservación del legado con la necesidad de innovar y adaptarse a un mercado global en transformación constante.
Finalmente, desde la sociedad civil y sectores laborales, el caso de los talleres y las condiciones laborales ha abierto un debate más amplio sobre la responsabilidad social en las cadenas de producción del lujo, un desafío que el Grupo Armani deberá enfrentar para mantener su prestigio.
Tras meses de análisis y múltiples voces, se concluye que el legado de Giorgio Armani es un complejo entramado de éxito creativo, empresarial y cultural, pero también de desafíos éticos y de gestión que ahora recaen sobre sus herederos y la Fundación.
El imperio que dejó no es solo un testimonio de su genio, sino también un espejo de las tensiones inherentes al mundo del lujo contemporáneo: la búsqueda de la perfección y exclusividad frente a la realidad de la producción globalizada y las demandas sociales.
En definitiva, la historia de Armani invita a reflexionar sobre cómo se construyen y preservan los legados en un mundo donde la moda es, a la vez, arte, negocio y espejo de la sociedad.
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Fuentes consultadas: El País, La Tercera, Bloomberg, Reuters, Forbes, Cooperativa.cl, y documentos oficiales de la Fundación Giorgio Armani.