
En los últimos meses, la medición del rating en la televisión chilena ha experimentado un cambio profundo que va más allá de un simple ajuste técnico. Desde junio hasta octubre de 2025, Kantar Ibope Media implementó una nueva metodología que incluye dispositivos avanzados como el People Meter 7 y el Focal Meter, capaces de registrar el consumo en pantallas inteligentes, computadores, tablets y smartphones. Este giro tecnológico busca reflejar con mayor precisión el alcance real de los contenidos y adaptarse a la transformación digital que vive la audiencia.
Esta evolución no ha sido solo un tema de números, sino que ha desatado un debate sobre el futuro de la televisión abierta en Chile. Los cuatro grandes canales nacionales —Chilevisión, Mega, Canal 13 y TVN— se encuentran en una competencia feroz por captar la atención de un público que ya no se limita al televisor tradicional. La medición ahora abarca un universo de 16,6 millones de personas en las 16 regiones del país, entregando datos en valores absolutos y no solo en porcentajes, lo que permite entender con mayor nitidez quiénes y cuántos están viendo qué.
Desde el punto de vista empresarial, este cambio ha generado expectativas y tensiones. Ignacio Mirchak, Country Leader de Kantar Ibope Media en Chile, señaló que 'la forma en que consumimos contenido cambió radicalmente con la digitalización y la medición de audiencia también debía evolucionar'. La nueva metodología promete optimizar la inversión publicitaria y mejorar la toma de decisiones estratégicas, pero también obliga a los canales y anunciantes a repensar sus estrategias para audiencias fragmentadas y multiformato.
Las voces sociales y culturales no han sido monolíticas. Por un lado, sectores críticos advierten que la ampliación de la medición hacia plataformas digitales podría favorecer a contenidos más comerciales y alejados de la producción local o culturalmente relevante. Por otro, defensores del cambio destacan que esta actualización democratiza la comprensión del consumo audiovisual y refleja mejor la realidad del público chileno, que cada vez integra más pantallas y formatos en su vida diaria.
En términos regionales, la inclusión de todas las regiones en la medición ha puesto en evidencia diferencias en preferencias y hábitos, desafiando la tradicional centralización de la industria audiovisual en Santiago. Esto abre la puerta a una programación más diversa y adaptada a las distintas audiencias del país.
Tras meses de implementación y análisis, se concluye que la transformación en la medición del rating no es un mero ajuste técnico, sino un síntoma de la profunda metamorfosis del ecosistema mediático chileno. Los canales tradicionales enfrentan el desafío de reconectar con audiencias fragmentadas y digitalizadas, mientras que anunciantes y productores deben navegar un mercado más complejo y transparente. La medición de audiencias, por fin, se alinea con la realidad de consumo contemporánea, pero también deja en evidencia las tensiones entre lo local y lo global, lo tradicional y lo digital, y la necesidad de repensar el rol de la televisión en la sociedad chilena.
Este proceso, lejos de estar cerrado, invita a observar con atención cómo se desarrollarán las estrategias de contenidos y publicidad, y cómo el público seguirá moldeando un panorama audiovisual en constante cambio.