Temblor en Chile: La sacudida que reveló grietas profundas más allá del suelo

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Actualidad
Conflictos sociales
2025-11-24
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- Magnitud 3.2 en Calama, un evento menor en cifras pero mayor en impacto social.

- Diferentes reacciones entre autoridades, expertos y comunidades locales.

- Debate sobre preparación y vulnerabilidad a seis meses del sismo.

El 23 de junio de 2025, el norte de Chile fue sacudido por un sismo de magnitud 3.2, con epicentro a 31 kilómetros al noreste de Calama y a 112 kilómetros de profundidad. A simple vista, un temblor leve, parte del constante murmullo tectónico que caracteriza a un país ubicado en el límite de las placas Nazca y Sudamericana. Sin embargo, la reacción social y política que emergió semanas después mostró que las consecuencias de este movimiento sísmico trascendieron la escala Richter.

La sacudida que despertó debates

Desde el inicio, las autoridades del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) reforzaron los protocolos de emergencia y recordaron las recomendaciones básicas para enfrentar sismos. Pero la conversación pública se polarizó rápidamente. Por un lado, el gobierno regional y nacional enfatizaron la normalidad del fenómeno, insistiendo en que Chile está preparado para estos eventos, respaldándose en estudios del Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile.

“Estos movimientos son parte del ciclo natural de nuestra geografía y no representan una amenaza inmediata para la población”, aseguró un vocero del Ministerio del Interior.

En contraste, varias organizaciones sociales y comunidades indígenas del norte manifestaron preocupación por la vulnerabilidad estructural que aún persiste en muchas localidades. Denunciaron que la información oficial no siempre llega con la claridad ni la rapidez necesarias y que las medidas preventivas son insuficientes para proteger a los sectores más expuestos.

“No podemos seguir esperando que un sismo mayor nos sorprenda mientras seguimos construyendo sobre bases frágiles y sin un plan real de contingencia”, afirmó una dirigente vecinal de Calama.

Perspectivas académicas y técnicas

Expertos en geología y urbanismo aportaron matices importantes a este escenario. Si bien confirmaron que la magnitud fue baja, destacaron que la profundidad y la ubicación del epicentro evidencian una actividad sísmica constante que debe ser monitoreada con rigurosidad.

“Cada temblor nos habla de las tensiones acumuladas bajo la superficie. Este evento es un recordatorio para mejorar la resiliencia urbana y social”, explicó una investigadora del Centro Sismológico Nacional.

Además, algunos analistas señalaron que la réplica mediática y política del sismo refleja una tensión latente en la relación entre el Estado y las comunidades locales, donde la confianza se ha erosionado por años de promesas incumplidas y falta de transparencia.

Consecuencias visibles y aprendizajes

A seis meses del temblor, el balance es complejo. Por una parte, no hubo daños materiales significativos ni víctimas, lo que pudo reforzar la narrativa oficial de estabilidad y control. Por otra, el episodio destapó grietas sociales y comunicacionales que exigen atención urgente.

La discusión sobre la preparación ante desastres naturales ha cobrado un nuevo impulso, con llamados a incorporar a las comunidades en la planificación y a fortalecer la educación sísmica desde la base.

La experiencia reciente confirma que en Chile, el terremoto no es solo un fenómeno físico, sino también un desafío político y social.

En definitiva, el sismo de junio fue más que una sacudida del suelo: fue un espejo que refleja las tensiones entre un país acostumbrado a convivir con la amenaza constante y una ciudadanía que demanda mayor justicia, información y participación.

Fuentes

- Centro Sismológico Nacional, Universidad de Chile

- Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred)

- Voces de organizaciones sociales y dirigentes vecinales de Calama

- Análisis de expertos en geología y urbanismo