
A veinte días de la segunda vuelta presidencial, Pamela Jiles, diputada reelecta y figura central del Partido de la Gente (PDG), ha instalado una narrativa que rompe con el esquema tradicional del balotaje entre José Antonio Kast y Jeannette Jara.
El 24 de noviembre de 2025, Jiles promovió públicamente la opción del voto nulo o en blanco, argumentando que ninguno de los dos candidatos representa una alternativa válida para el país. Su crítica no se limita a los perfiles personales o programas de gobierno, sino que apunta a un cuestionamiento estructural del sistema político y económico chileno.
“Hay que considerar con seriedad la posibilidad de salirnos de esa disyuntiva, porque es una disyuntiva efectivamente que no nos pertenece. A mí me parece que nosotros no estamos ni con la oligarquía de derecha ni con la oligarquía de izquierda, que ambas nos han mentido”, afirmó en una entrevista con T13 Radio.
Este posicionamiento se inscribe en un diagnóstico que desarma el tradicional eje izquierda-derecha, al señalar que “ambos candidatos representan al neoliberalismo”. Según Jiles, la continuidad del modelo económico está garantizada, independientemente de quién gane: “Jeannette Jara es más neoliberal aún, ha dado más pruebas al neoliberalismo que el propio Kast”.
Desde esta perspectiva, el voto nulo se convierte en una expresión política de rechazo a un sistema que, en opinión de la diputada, ha fallado en resolver los problemas estructurales de Chile y en representar los intereses de la mayoría.
Por otra parte, Jiles anticipa un futuro gobierno complicado y poco eficiente: “Sea Kast o Jara va a tener un gobierno bastante ineficiente que no va a resolver los problemas de las personas”. Además, advierte que el próximo mandatario enfrentará un Congreso fragmentado, donde la oposición, incluida ella misma, jugará un rol activo y crítico.
Este llamado al voto nulo no ha sido aislado. El PDG, que en la primera vuelta obtuvo la tercera mayoría con Franco Parisi, se prepara para una consulta interna digital que definirá la postura oficial para la segunda vuelta. Sin embargo, Jiles se distancia de la idea de que su partido apoye a alguno de los dos candidatos, proponiendo una tercera vía que refleje el desencanto y la desafección ciudadana.
Las reacciones en el espectro político han sido diversas. Mientras sectores de derecha y oficialismo insisten en la necesidad de consolidar un triunfo claro para garantizar gobernabilidad, voces críticas y movimientos sociales ven en el voto nulo una herramienta legítima para manifestar el descontento con un sistema que consideran excluyente y poco representativo.
A esta altura de la campaña, el escenario electoral chileno exhibe no solo una polarización entre Kast y Jara, sino también una fractura creciente dentro del electorado que cuestiona la oferta política dominante y la eficacia del sistema democrático.
Este fenómeno no es exclusivo de Chile; en diversas democracias contemporáneas, el voto nulo o en blanco ha emergido como una expresión de insatisfacción estructural, poniendo en tensión la legitimidad de las instituciones y la necesidad de reformas profundas.
En definitiva, el llamado de Jiles y el PDG a considerar el voto nulo abre una ventana para comprender las limitaciones del modelo político actual y los desafíos que enfrentará el próximo gobierno, cualquiera que sea su signo. La elección no solo es un duelo entre dos candidatos, sino también un reflejo de las tensiones sociales, económicas y culturales que atraviesan Chile.
Conclusiones:
- La disyuntiva Kast-Jara no logra captar la confianza de un sector significativo del electorado, que reclama alternativas fuera del esquema tradicional.
- El voto nulo emerge como un acto político con peso simbólico y práctico, que podría impactar en la legitimidad del futuro gobierno.
- La crítica de Jiles pone en evidencia la continuidad del modelo neoliberal como un punto de consenso, aunque no necesariamente deseado, entre las opciones presidenciales.
- La gobernabilidad del próximo periodo estará marcada por la confrontación y la complejidad parlamentaria, con actores como el PDG dispuestos a ejercer una oposición activa.
Este llamado a la reflexión invita a mirar más allá del resultado electoral inmediato y a pensar en las reformas estructurales que Chile demanda para superar la crisis de representatividad y eficacia política que hoy se manifiesta con fuerza.