
Un asesinato trágico que desnuda un conflicto social latente
El 15 de junio de 2025, el país fue sacudido por el asesinato de una mujer venezolana a manos de un ciudadano chileno en la Región Metropolitana. Este hecho no solo conmocionó por su brutalidad, sino porque evidenció una problemática que ha ido fermentando durante años: las tensiones culturales y sociales derivadas del aumento sostenido de la migración.
A casi cinco meses del suceso, el análisis pausado de este episodio permite comprender que no se trató de un hecho aislado, sino de la culminación de una serie de desencuentros que la sociedad chilena ha evitado enfrentar con profundidad.
La historia detrás del conflicto: diálogos truncados y políticas ausentes
En 2015, cuando Lorenzo Agar Corbinos dirigía la unidad de migración e inclusión social del Ministerio de Desarrollo Social, se impulsaron mesas de diálogo en cinco comunas con alta presencia migrante. "Personas de distintas nacionalidades participaron en conversaciones respetuosas para buscar acuerdos sobre uso del espacio público y convivencia", recuerda Agar. Sin embargo, estas iniciativas fueron descontinuadas por decisiones políticas, como la del entonces ministro Marcos Barraza, lo que dejó un vacío en el abordaje de estas tensiones.
La falta de continuidad en políticas públicas sólidas de cohesión social ha permitido que los conflictos latentes se agudicen, alimentados por percepciones de competencia por recursos y espacios, y por prejuicios culturales.
Perspectivas enfrentadas: voces desde la política, la sociedad y las comunidades migrantes
Desde la derecha política, algunos sectores han enfatizado la necesidad de reforzar el orden público y la seguridad, argumentando que la migración descontrolada genera impactos negativos en la convivencia.
Por otro lado, la izquierda y organizaciones sociales han puesto el foco en la urgencia de políticas inclusivas que reconozcan la diversidad cultural y promuevan el diálogo intercultural. "No podemos permitir que la violencia derive de la falta de políticas de integración y de reconocimiento mutuo", afirma una dirigente de una ONG que trabaja con migrantes.
En las comunidades migrantes, el duelo y la indignación conviven con el temor y la sensación de vulnerabilidad. Voces venezolanas y de otras nacionalidades denuncian estigmatización y discriminación, mientras claman por mayor protección y espacios para el encuentro.
Consecuencias y aprendizajes: una herida abierta que exige respuestas
Este asesinato y su contexto revelan una verdad incómoda: la migración masiva en Chile no ha sido acompañada por una política de Estado que promueva la integración social y cultural de manera efectiva. La ausencia de diálogo y de estrategias inclusivas ha propiciado un clima propicio para la violencia y la fractura social.
Es evidente que las soluciones requieren más que medidas policiales; demandan un compromiso sostenido para construir una convivencia basada en el respeto, el reconocimiento y la justicia social. La próxima administración gubernamental enfrentará el desafío de diseñar políticas que no solo gestionen la migración, sino que también fortalezcan el tejido social.
En definitiva, lo ocurrido es una tragedia humana y social que nos interpela como país. La historia no puede repetirse si no aprendemos a escuchar, entender y actuar con visión de largo plazo.
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Fuentes:
- Lorenzo Agar Corbinos, Doctor en Sociología y ex jefe de unidad de migración e inclusión social, Ministerio de Desarrollo Social (2015).
- Informes y testimonios de ONG vinculadas a migrantes en la Región Metropolitana.
- Análisis y reportajes de medios nacionales sobre migración y convivencia social (Junio 2025).