
En un mundo donde los conflictos y las tensiones geopolíticas se despliegan con rapidez y profundidad, la percepción chilena del entorno global ha experimentado un giro profundo. A mediados de 2025, una reflexión desde Europa destaca que, aunque Chile parecía lejano de los epicentros mundiales, hoy es el mundo el que parece distante para Chile. Esta paradoja, que surge de la experiencia del exilio y la observación desde el viejo continente, pone en evidencia un cambio de paradigma en la relación entre el país y el escenario internacional.
Europa, a menos de tres horas en avión de Ucrania, y aún más cerca de las tensiones en Medio Oriente, vive una realidad donde la guerra y la inseguridad están a la vuelta de la esquina. Este nuevo mapa de proximidad obliga a Chile a repensar su lugar en un mundo que ya no ofrece un refugio seguro ni un defensor global de las democracias, como solía ser Estados Unidos. La transición hacia un orden mundial más autoritario y fragmentado, con líderes que buscan redefinir sus naciones bajo lógicas nacionalistas y excluyentes, plantea desafíos inéditos.
Desde la perspectiva política, sectores conservadores en Chile ven en esta realidad una llamada a fortalecer la soberanía nacional y la defensa de valores tradicionales como respuesta a la incertidumbre global. Por otro lado, voces progresistas advierten sobre la necesidad de una política exterior más activa y una integración regional que permita enfrentar colectivamente las amenazas externas y las presiones migratorias que también afectan al continente.
En el plano social, la distancia creciente entre Chile y los centros de poder globales se traduce en una sensación de aislamiento que impacta en la autoestima nacional y en la capacidad de influir en decisiones que afectan directa o indirectamente la vida cotidiana. Ciudadanos y académicos reflexionan sobre la importancia de cultivar una conciencia global informada y crítica, que no se limite a la reacción inmediata sino que integre contextos históricos y geopolíticos.
Óscar Guillermo Garretón, economista y exiliado, sintetiza esta experiencia: "El que queda lejos es Chile. No al revés. La pequeñez de nuestros afanes locales no los hace ilegítimos, pero sí marginales frente a lo que se juega en el mundo". Esta afirmación invita a una catarsis colectiva, un reconocimiento de la tragedia ajena que, aunque no nos toque directamente, configura el escenario donde se desarrollan nuestras propias historias.
Finalmente, la reflexión culmina en una exigencia para el liderazgo nacional: la necesidad de gobernantes competentes, con visión global y capacidad de unificar al país en la defensa de la vida cotidiana. En un contexto donde la paz mundial es frágil y las amenazas múltiples, la frase del Papa Francisco, "Solo se puede conseguir la paz a través de la paz", resuena como un llamado a construir desde adentro la fortaleza necesaria para enfrentar los tiempos venideros.
La distancia física y simbólica que hoy separa a Chile del epicentro de los conflictos globales no debe ser excusa para la indiferencia, sino una invitación a la comprensión profunda y a la acción reflexiva. Solo así se podrá transformar la tragedia externa en una oportunidad para fortalecer la democracia, la cohesión social y la proyección internacional del país.
2025-10-28