
En un escenario que parecía congelado en la tensión desde hace años, el 21 de junio de 2025, el expresidente estadounidense Donald Trump lanzó un ultimátum a Irán con las palabras: "Habrá paz o habrá tragedia". Esta declaración, pronunciada desde la Casa Blanca, fue la culminación de una escalada que ya venía marcando los últimos meses, con ataques selectivos a instalaciones nucleares iraníes y una retórica cada vez más beligerante.
Desde entonces, han transcurrido cinco meses en los que la región y el mundo han observado con creciente inquietud las consecuencias de esta amenaza abierta. Más allá de la inmediatez de la noticia, el análisis profundo revela un entramado complejo donde convergen intereses geopolíticos, dinámicas internas de ambos países y repercusiones en terceros actores, incluyendo América Latina.
### Perspectivas encontradas: entre la guerra y la diplomacia
El gobierno estadounidense, bajo la administración actual, ha mantenido una línea dura pero con matices, intentando equilibrar la presión militar con canales diplomáticos discretos. Expertos en seguridad consultados por la Universidad de Georgetown señalan que la amenaza de Trump fue más un mensaje para consolidar su base política que una hoja de ruta clara para la acción militar.
Por otro lado, Irán ha respondido con una mezcla de firmeza y pragmatismo. Mientras sectores conservadores en Teherán han endurecido su discurso, el presidente iraní ha mostrado apertura a negociaciones bajo condiciones estrictas, buscando evitar una escalada que podría devastar la estabilidad regional.
En América Latina, países como México y Argentina han expresado preocupación por la posibilidad de un conflicto que impacte la economía global, especialmente en el precio del petróleo y la seguridad marítima. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) advirtió sobre la vulnerabilidad de la región frente a choques externos derivados de tensiones en Medio Oriente.
### Voces ciudadanas y sociales: miedo y esperanza
Las comunidades iraníes en el extranjero, incluyendo en Chile, han vivido estos meses entre la ansiedad y la movilización. Organizaciones civiles han llamado a la paz y denunciado el riesgo de un conflicto que afectaría a millones, mientras que sectores partidarios de una línea dura han justificado la resistencia frente a lo que perciben como agresión extranjera.
En Estados Unidos, la opinión pública está dividida. Encuestas recientes muestran que un porcentaje significativo rechaza una nueva guerra, recordando las secuelas de conflictos anteriores en la región. Sin embargo, hay quienes apoyan una postura intransigente para frenar lo que consideran una amenaza nuclear.
### Constataciones y consecuencias visibles
Después de medio año, la paz no se ha consumado ni la tragedia estallado. Sin embargo, el riesgo persiste y la región vive bajo la sombra de una posible escalada. La retórica de Trump sirvió para poner en evidencia las fragilidades del sistema internacional en cuanto a control de armas y diplomacia preventiva.
Este episodio reafirma que las amenazas unilaterales, lejos de resolver conflictos, suelen profundizarlos y extender sus efectos a terceros países, como ha ocurrido en América Latina. La necesidad de un diálogo multilateral sólido, con participación activa de actores globales y regionales, es más urgente que nunca.
Finalmente, la historia reciente recuerda que en el juego geopolítico, las palabras pueden ser tan poderosas como las armas, y que el equilibrio entre paz y tragedia depende en gran medida de la voluntad política y la presión ciudadana para evitar que la tragedia se materialice.
Fuentes consultadas: Cooperativa.cl, Universidad de Georgetown, CEPAL, encuestas Pew Research Center.
2025-11-12
2025-11-12