
Un año después del inicio del segundo mandato de Donald Trump, el descontento entre la comunidad latina en Estados Unidos se ha cristalizado en cifras contundentes. El 80% de los latinos considera que las políticas del presidente perjudican a su comunidad, y un 71% juzga que se ha excedido en las deportaciones, según una encuesta realizada por el Pew Research Center y divulgada el 24 de noviembre de 2025. Este rechazo no solo refleja una desaprobación política, sino que también evidencia una crisis social y económica que golpea a millones.
Desde la óptica de la comunidad latina, las políticas migratorias no son solo números o discursos electorales, sino realidades cotidianas que afectan la seguridad, la estabilidad y el bienestar familiar. “El temor a la deportación es una sombra constante; el 52% teme que ellos o alguien cercano pueda ser deportado”, señala el informe, un aumento respecto a años anteriores.
Por otro lado, la economía también ha sido un campo de batalla donde las decisiones presidenciales han impactado negativamente. Un 61% de los encuestados señala que las políticas económicas han deteriorado sus condiciones de vida, y la mitad reporta dificultades para costear alimentos, vivienda o atención médica. Esta realidad, lejos de ser homogénea, se siente con mayor crudeza en sectores más vulnerables, donde la inflación y el costo de vida se traducen en decisiones dramáticas y sacrificios diarios.
Sin embargo, la narrativa no es unívoca. La encuesta revela una división interna entre los latinos que votaron por Trump en 2024: el 81% de estos votantes aún aprueba su gestión, aunque esta cifra ha descendido desde un 93% al inicio del mandato. Por contraste, casi la totalidad de los votantes latinos que apoyaron a Kamala Harris desaprueban al presidente. Este fenómeno refleja una comunidad en tensión, donde la esperanza y la decepción conviven.
Desde la perspectiva política, este rechazo masivo representa un desafío para el Partido Republicano, que ha perdido terreno entre los latinos, un electorado creciente y cada vez más influyente. La desaprobación también se traduce en cuestionamientos a las estrategias migratorias y económicas que parecen alejadas de las necesidades y aspiraciones de estas comunidades.
En contrapunto, voces republicanas defienden las políticas de control migratorio y enfatizan la importancia de la seguridad nacional y la economía. No obstante, la evidencia empírica apunta a un costo social y político que podría tener efectos duraderos en la dinámica electoral estadounidense.
En definitiva, la encuesta no solo mide percepciones, sino que desnuda una realidad compleja donde la política migratoria y económica se entrelazan con la vida cotidiana de millones de latinos. Las consecuencias visibles son claras: aumento del temor, deterioro económico y polarización política. Lo que está en juego es la definición del futuro político y social de Estados Unidos, un país que no puede soslayar la voz y las experiencias de una de sus comunidades más dinámicas y numerosas.