
Un vuelo que terminó en tragedia. El 21 de junio de 2025, un globo aerostático con 21 personas a bordo se precipitó en Praia Grande, Santa Catarina, Brasil, dejando al menos ocho muertos y 13 sobrevivientes hospitalizados. Más de cinco meses después, este accidente ha puesto bajo la lupa la regulación y las prácticas de seguridad en una actividad turística en auge, mientras las heridas de las familias y la comunidad aún están abiertas.
La mañana del sábado 21 de junio, el globo despegó con turistas y el piloto. Según el testimonio del piloto sobreviviente, un incendio se inició dentro de la cesta, lo que obligó a intentar un descenso de emergencia. El globo comenzó a caer y el piloto ordenó a los pasajeros saltar. Sin embargo, no todos lograron hacerlo a tiempo, y las llamas se expandieron. La cesta, con peso reducido, volvió a elevarse momentáneamente antes de desplomarse definitivamente, causando la tragedia.
Desde la esfera gubernamental, el gobernador Jorginho Mello activó inmediatamente la estructura estatal para rescatar y apoyar a las víctimas, y prometió una investigación exhaustiva. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva expresó solidaridad y puso a disposición recursos federales, reflejando la gravedad del hecho en la agenda pública.
Pero la tragedia también abrió un debate intenso. Por un lado, expertos en seguridad aérea y turismo advierten sobre la falta de normativas claras y controles rigurosos en vuelos recreativos con globos aerostáticos, que en Brasil y en la región han crecido sin un marco regulatorio acorde. Por otro, operadores turísticos y defensores del sector señalan que se trata de un accidente aislado, producto de una cadena de fallas excepcionales, y que la actividad es segura cuando se cumplen los protocolos.
Praia Grande, conocida por su atractivo turístico y sus vuelos en globo, enfrenta ahora un momento de reflexión. La comunidad está dividida entre el duelo y la preocupación por la continuidad de esta fuente de ingresos. “Es una tragedia que nos duele a todos, pero también necesitamos garantías para que esto no vuelva a pasar”, comenta un dirigente local.
Organizaciones de derechos de los consumidores y seguridad han pedido mayor transparencia en las investigaciones y un mayor control estatal, mientras grupos de trabajadores del turismo alertan sobre posibles restricciones que podrían afectar la economía local.
A seis meses del accidente, la investigación oficial aún no ha entregado un informe definitivo, pero ya se han detectado fallas operativas y carencias en los protocolos de emergencia. La tragedia desnuda la tensión entre la expansión turística y la seguridad, un dilema que no es exclusivo de Brasil, sino que se replica en varios países latinoamericanos.
La lección más clara es que la regulación debe ir de la mano con el crecimiento del sector, para evitar que la búsqueda de experiencias extremas y únicas se traduzca en riesgos evitables. Las familias afectadas y la sociedad exigen respuestas y garantías, mientras la actividad turística en Praia Grande y similares destinos enfrenta un futuro incierto.
En definitiva, este accidente no es sólo una historia de fatalidad, sino un espejo que obliga a repensar la relación entre turismo, seguridad y responsabilidad estatal en la región.
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Fuentes: BBC News Mundo, declaraciones oficiales del gobierno de Santa Catarina, entrevistas a expertos en seguridad aérea y turismo local.