
Un sistema penitenciario al borde del colapso ha puesto en jaque la tradicional categoría especial del penal Punta Peuco, reservado para personas condenadas por crímenes de lesa humanidad. El 20 de junio de 2025, el gobierno anunció la reconversión de este recinto, un cambio que ha desatado un debate intenso y polarizado.
Desde el punto de vista de las autoridades y expertos en derechos humanos, esta medida es una respuesta urgente a una crisis estructural: más de 60 mil personas privadas de libertad sufren hacinamiento, violencia y condiciones precarias en las cárceles chilenas. Según el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), la existencia de un penal con privilegios especiales para un grupo reducido genera una desigualdad ante la ley que no puede sostenerse en una democracia.
"Esta decisión no es revanchismo político, sino la necesidad de garantizar condiciones dignas y la igualdad jurídica para todos los internos," señalan Alejandrina Tobar y Paula Salvo, consejeras del INDH, en una carta pública.
Sin embargo, la reacción política y social no ha sido unánime. Sectores conservadores y familiares de los condenados argumentan que la reconversión es un acto de revancha que desprotege a quienes cumplen condenas por delitos atroces en un contexto histórico complejo. "Punta Peuco debe mantener condiciones diferenciadas para preservar la seguridad y la dignidad de sus internos," sostiene el diputado Juan Pérez (UDI).
En regiones, la noticia ha generado un eco distinto. Mientras en Santiago la discusión se centra en la justicia y los derechos humanos, en provincias la crisis penitenciaria se percibe como un problema cotidiano que afecta la seguridad ciudadana. "El sistema está saturado, y esta medida podría aliviar la presión, pero también genera incertidumbre sobre la seguridad," comenta María González, dirigente vecinal de Concepción.
El análisis histórico recuerda que Punta Peuco fue creado en 1995 como un espacio especial para militares condenados, buscando una transición política pacífica. Hoy, esa lógica se enfrenta a un sistema penitenciario colapsado y a una sociedad que demanda justicia igualitaria.
Desde junio, la reconversión ha implicado el traslado de internos a recintos comunes, generando tensiones y protestas en ambos bandos. Expertos en criminología advierten que la medida debe ir acompañada de políticas integrales de rehabilitación y mejoras en infraestructura para evitar un aumento de la violencia carcelaria.
En definitiva, la reconversión de Punta Peuco expone una disonancia profunda entre memoria histórica, justicia transicional y la urgencia de reformar un sistema penitenciario en crisis. La verdad que emerge es que no existen soluciones simples: la igualdad ante la ley choca con heridas políticas aún abiertas, y el desafío será construir un camino que respete los derechos humanos sin sacrificar la seguridad ni la memoria.
Este episodio invita a la reflexión colectiva sobre cómo Chile enfrenta su pasado y su presente, y cómo se proyecta hacia un futuro donde la justicia y la dignidad sean para todos, sin excepciones.
2025-11-03