
Un disparo que retumbó más allá del Pasaje Coihue
El 19 de junio de 2025, un hombre de entre 30 y 35 años fue asesinado con un disparo de escopeta en el Cerro La Cruz, Valparaíso. La víctima, aún no identificada públicamente, fue encontrada sin vida en un sector que, históricamente, ha sido escenario de múltiples tensiones sociales y económicas.
Este hecho, aunque aislado en su naturaleza criminal, se ha convertido en un espejo que refleja las complejas problemáticas que atraviesan los barrios populares de la ciudad puerto.
Perspectivas encontradas: ¿crimen común o síntoma de un mal mayor?
Desde el ámbito policial y gubernamental, la narrativa ha tendido a enmarcar el suceso como un episodio de delincuencia común. Rodrigo Gallardo, jefe de la Brigada de Homicidios de la PDI, señaló que las heridas corresponden a un disparo único de escopeta, y que la investigación busca esclarecer responsabilidades.
Sin embargo, desde organizaciones sociales y vecinales, la interpretación es más compleja. Para algunos, este asesinato es la manifestación violenta de desigualdades profundas, la falta de oportunidades y la desprotección estatal en sectores vulnerables. Una dirigente vecinal del Cerro La Cruz comentó que “este no es un hecho aislado, sino la punta del iceberg de una crisis social que se vive en los cerros de Valparaíso”.
En el espectro político, las posturas también divergen. Mientras sectores conservadores enfatizan la necesidad de reforzar la seguridad y la presencia policial, voces progresistas reclaman políticas integrales que aborden las causas estructurales de la violencia, como la pobreza y la exclusión.
El contexto histórico-social que antecede al disparo
Valparaíso, con su geografía accidentada y su historia de segregación urbana, ha sido escenario recurrente de conflictos sociales. Los cerros, que albergan a la población más vulnerable, han sufrido desde décadas carencias en infraestructura, servicios básicos y oportunidades económicas.
La muerte en Pasaje Coihue no es un hecho aislado en la región, sino que se suma a una serie de episodios violentos que han marcado el 2025 en Valparaíso. Esta realidad ha tensionado la relación entre los residentes, las autoridades y las fuerzas del orden, generando un ambiente de desconfianza y temor.
Consecuencias y verdades que emergen
En primer lugar, la investigación policial ha avanzado lentamente, lo que alimenta la sensación de impunidad en la comunidad. La ausencia de una identificación clara de la víctima y de los responsables genera incertidumbre y un vacío que las narrativas sociales buscan llenar con interpretaciones diversas.
En segundo término, el episodio ha reabierto el debate sobre el modelo de seguridad pública en barrios vulnerables. La insistencia en medidas represivas sin una estrategia de desarrollo social integral parece insuficiente para contener la violencia.
Finalmente, esta tragedia pone en evidencia la necesidad de repensar la relación entre Estado y ciudadanía en contextos de alta vulnerabilidad. La violencia no es solo un problema de orden público, sino también un síntoma de fracturas sociales que requieren respuestas multidimensionales.
En suma, el asesinato con escopeta en Valparaíso no solo es un crimen que enluta a una familia y a una comunidad, sino un llamado urgente a mirar con profundidad las raíces de la violencia en la ciudad puerto, a escuchar las voces diversas que claman por justicia y a repensar las políticas públicas para evitar que el disparo sea solo el preludio de más tragedias.