
El 19 de junio de 2025, en Temuco, un debate presidencial convocado en el marco del Encuentro Empresarial de La Araucanía (Enela) se transformó en un episodio que dejó al descubierto las profundas tensiones políticas y sociales que aún atraviesan la región y el país. José Antonio Kast, candidato del Partido Republicano, agotó su tiempo de intervención y se negó a ceder la palabra a la moderadora, la periodista Paloma Ávila, desafiando las reglas establecidas para la instancia. Este acto no solo generó un momento incómodo —que terminó con el corte del micrófono— sino que también abrió un debate más amplio sobre el respeto a las normas democráticas y la forma en que se abordan temas sensibles como la seguridad y el conflicto en La Araucanía.
Desde la vereda opuesta, la senadora Paulina Núñez, vocera del comando de Evelyn Matthei (UDI), expresó con dureza su rechazo a la actitud de Kast: "No respeta las reglas, no respeta a Paloma, a los candidatos, menos a quienes fueron a escuchar un debate. Eso es democracia". Núñez enfatizó que el episodio ocurre en una región que vive con temor, aludiendo a la compleja realidad de La Araucanía, marcada por años de conflicto y violencia.
Por su parte, el comando de Kast respondió con ironía a través de las redes sociales, difundiendo un video con el mensaje 'cuando a Kast le dan un minuto más', acompañado de un emoji que sugiere victoria, lo que evidencia la intención del candidato de proyectar fortaleza y resistencia frente a las críticas.
Este episodio ha sido interpretado desde distintas perspectivas. Para sectores de derecha, la postura de Kast representa un acto de defensa firme ante la grave situación de inseguridad que afecta a la región, un llamado a no minimizar el problema del "terrorismo" y a mantener el estado de excepción como herramienta necesaria. En contraste, voces progresistas y de centro critican la actitud como una falta de respeto institucional que pone en riesgo el diálogo democrático y exacerba la polarización.
Además, la región de La Araucanía, históricamente golpeada por el conflicto mapuche y la violencia rural, vuelve a ser el epicentro de una disputa política que trasciende lo local y que refleja la fractura nacional sobre cómo abordar temas de seguridad, derechos humanos y desarrollo.
El debate no solo fue un choque de discursos, sino un espectáculo donde se evidenció la dificultad de encontrar consensos en un Chile que busca reconciliarse con su diversidad y sus heridas. El episodio dejó claro que la tensión entre respeto a las reglas democráticas y la urgencia de abordar conflictos reales sigue siendo un desafío pendiente.
En conclusión, el incidente en Temuco no es un mero desacato a las normas de un debate, sino un espejo de las profundas divisiones políticas y sociales que enfrentan tanto La Araucanía como el país entero. Las posturas encontradas sobre seguridad y democracia no solo revelan diferencias ideológicas, sino también la complejidad de una región que sigue siendo un terreno de disputa y sufrimiento. La pregunta que queda es cómo Chile podrá avanzar hacia un diálogo constructivo que integre las múltiples voces y realidades, sin sacrificar el respeto mutuo ni la institucionalidad.
Fuentes consultadas: La Tercera, declaraciones oficiales de los comandos presidenciales, análisis regionales sobre el conflicto en La Araucanía.