
En un Chile marcado por la polarización y la incertidumbre electoral, la exConcertación enfrenta una encrucijada que trasciende el mero cálculo de votos. El pasado 4 de noviembre, Jeannette Jara, candidata oficialista, se reunió en el restaurante Divertimento con un grupo selecto de dirigentes históricos y actuales del PPD, el PS y la DC. La convocatoria, organizada por los expresidentes del PPD Víctor Barrueto y Sergio Bitar, pretendía ser una conversación de camaradería, pero terminó evidenciando las tensiones y desafíos que atraviesa esta coalición que busca reinventarse.
El grupo invitado incluyó figuras emblemáticas como Carolina Tohá, Ricardo Lagos Weber, Ana Lya Uriarte y Helia Molina, entre otros. Sin embargo, la ausencia de pesos pesados como Nicolás Eyzaguirre y José Miguel Insulza, imposibilitados por sus agendas, dejó en evidencia las dificultades para lograr una unidad plena.
"La segunda vuelta será una elección muy distinta a la primera", comentó Bitar, reflejando la preocupación por la fragmentación interna y la necesidad de adaptar la estrategia electoral. La reunión buscó no solo mostrar respaldo a Jara, sino también aportar ideas para ampliar su base de apoyo, especialmente entre votantes que no la respaldaron inicialmente.
Esta reunión no se da en un vacío. Apenas meses antes, en junio, la candidata Jara minimizó las declaraciones de Tohá, quien expresó su recelo hacia un eventual gobierno comunista. Tohá afirmó públicamente no ser partidaria de un liderazgo comunista y abogó por un progresismo de centroizquierda. Jara, por su parte, bajó el perfil a estas diferencias, enfatizando la necesidad de unidad tras las primarias.
Estas tensiones ideológicas reflejan un dilema más profundo: la exConcertación debe decidir si se reafirma en sus raíces clásicas de centroizquierda o si abraza un giro hacia la izquierda más marcada que representa el PC y sus aliados. La disputa no es solo de nombres, sino de proyectos y visiones para el Chile post-plebiscito constitucional.
El equipo de Jara ha reconocido que esta será su tercera campaña presidencial en un año, lo que agota recursos y capital político. "Queremos darle un sello más convocante", explican desde el comando, conscientes de que la adhesión de nuevos rostros y sectores será clave para disputar el balotaje del 16 de noviembre.
No obstante, la estrategia enfrenta críticas internas. Algunos sectores demandan que Jara congele su militancia en el PPD para proyectar una candidatura más transversal, mientras que otros advierten que la dispersión y las desavenencias pueden abrir la puerta a la derecha y a opciones emergentes.
En regiones, la percepción es ambivalente. Mientras algunos dirigentes valoran la experiencia y el legado de la exConcertación, otros sectores sociales y jóvenes reclaman una renovación más profunda y un discurso que conecte con las demandas sociales y económicas actuales.
"No basta con repetir fórmulas del pasado, necesitamos propuestas claras y un liderazgo que inspire confianza", señala una académica especializada en movimientos sociales.
La reunión del Divertimento y las declaraciones públicas recientes evidencian que la exConcertación está en un punto de inflexión. Su capacidad para resolver las tensiones internas y presentar un proyecto coherente será determinante para su supervivencia política.
El balotaje de noviembre no solo decidirá quién gobernará, sino también qué modelo de centroizquierda puede prevalecer en Chile. La coalición debe equilibrar la necesidad de unidad con la exigencia de renovación, en un contexto donde la sociedad reclama respuestas más allá de las tradicionales disputas partidarias.
La historia de este capítulo político chileno aún está en construcción, pero queda claro que el escenario electoral es un verdadero coliseo donde los actores luchan no solo por votos, sino por definir el rumbo del país en los próximos años.
2025-11-05