
Un crecimiento inesperado en medio de incertidumbres globales
En junio de 2025, el Banco Central de Chile publicó una revisión al alza de las proyecciones del Producto Interno Bruto (PIB) para el año, elevando la estimación a un rango entre 2% y 2,75%, superior a la anterior de 1,75% a 2,75% estimada en marzo. Este ajuste se fundamenta en un desempeño económico más robusto durante el primer trimestre, impulsado principalmente por sectores exportadores como la producción frutícola, industrial y pesquera, además de un auge en el comercio y servicios, favorecido por un aumento significativo en la llegada de turistas extranjeros.
“El dinamismo observado en los primeros meses refleja una recuperación que supera nuestras expectativas iniciales, aunque mantenemos cautela ante riesgos externos”, afirmó un vocero del Banco Central.
Contrastes y tensiones en el escenario económico
Esta revisión positiva, sin embargo, no está exenta de dudas. Desde el sector empresarial, algunos analistas celebran el repunte como una señal de resiliencia económica tras años de volatilidad, destacando el papel de la diversificación exportadora y el turismo como palancas clave. Por otro lado, voces críticas desde sindicatos y organizaciones sociales alertan que este crecimiento no se traduce necesariamente en mejoras en el empleo ni en la calidad de vida para amplios sectores de la población.
Un representante sindical señaló: “El crecimiento del PIB es un dato frío si no se traduce en mejores condiciones laborales y reducción de la desigualdad estructural que persiste en el país.”
Perspectivas políticas y regionales divergentes
En el ámbito político, la revisión ha generado debates entre el oficialismo y la oposición. Mientras el gobierno resalta la gestión económica y la estabilidad financiera como factores que han permitido este avance, la oposición cuestiona la dependencia en sectores vulnerables a shocks externos y la falta de políticas públicas que garanticen un desarrollo inclusivo y sostenible.
Regiones exportadoras como O’Higgins y Biobío han experimentado un crecimiento palpable, pero enfrentan desafíos en infraestructura y capital humano para sostener este impulso. En contraste, zonas más aisladas denuncian que los beneficios del crecimiento aún no llegan a sus comunidades.
Riesgos externos y la sombra de la inflación
El Banco Central también advierte que la economía chilena no está exenta de riesgos. El deterioro del escenario externo, marcado por nuevas tarifas arancelarias de Estados Unidos y la escalada de conflictos bélicos en Medio Oriente, genera incertidumbre sobre la estabilidad futura del crecimiento. Además, aunque la inflación ha mostrado señales de desaceleración, la meta del 3% se espera alcanzar recién en la primera mitad de 2026, lo que mantiene la presión sobre el poder adquisitivo de los hogares.
Conclusiones y desafíos a la vista
Este ajuste al alza en las proyecciones del PIB invita a una lectura compleja. Por un lado, Chile exhibe una capacidad de recuperación económica superior a la esperada, apoyada en sectores clave y la apertura al turismo internacional. Por otro, persisten tensiones sociales, desigualdades regionales y vulnerabilidades ante un contexto global incierto.
La verdad que emerge es que el crecimiento económico no es un fenómeno homogéneo ni un fin en sí mismo. Su impacto real se medirá en la capacidad de las políticas públicas y privadas para traducir este dinamismo en desarrollo inclusivo y sostenible, enfrentando desafíos estructurales que el país arrastra hace décadas.
Lo que está claro es que el escenario 2026-2027 se presenta con un crecimiento moderado, pero condicionado a la evolución de factores externos y a la respuesta interna para equilibrar eficiencia económica y justicia social.
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Fuentes: Informe de Política Monetaria, Banco Central de Chile (junio 2025); análisis de expertos económicos y sociales; entrevistas a representantes sindicales y empresariales.