
Un crecimiento con matices y tensiones
En junio de 2025, el Presidente Gabriel Boric destacó públicamente que Chile mantiene una senda de crecimiento económico pese al denominado “pesimismo ideológico” que algunos sectores esgrimen. Esta afirmación, hecha en el contexto del inicio de operaciones de centros de datos de Microsoft en Chile, apuntó a un crecimiento que, según el mandatario, se traduce en la creación de 17 mil empleos directos y más de 80 mil indirectos en el ecosistema tecnológico.
Sin embargo, a casi cinco meses de aquel anuncio, el panorama revela una disputa más compleja entre optimismo oficial y las percepciones ciudadanas y académicas.
“Chile avanza pese al pesimismo, pero no hay que solazarse; la meta debe ser crecer a ritmos del 4% para mejorar calidad de vida”, afirmó Boric, citando datos del Informe de Política Monetaria (IPoM) del Banco Central. Para el gobierno, este crecimiento es una señal clara de que el país sigue siendo atractivo para la inversión extranjera y que la modernización está en marcha.
No obstante, desde la oposición y diversos sectores sociales, la lectura es más cautelosa. Economistas independientes y representantes sindicales advierten que los datos macroeconómicos no reflejan plenamente la realidad regional ni la calidad del empleo generado. “El crecimiento es desigual, concentra beneficios en sectores específicos y no se traduce en mejoras significativas para amplios sectores de la población”, señala la académica Paula Méndez, especialista en economía social.
El impacto del crecimiento reportado se siente de manera dispar en las distintas regiones del país. Mientras en la zona central y metropolitana se observan avances vinculados a la tecnología y servicios, regiones del sur y norte enfrentan desafíos estructurales como desempleo estacional y baja inversión en infraestructura.
La instalación de data centers, por ejemplo, ha generado expectativas en torno a la creación de empleos, pero también inquietudes por el impacto ambiental y el uso intensivo de recursos hídricos, especialmente en zonas con estrés hídrico. Organizaciones ambientalistas y comunidades locales han expresado su preocupación, demandando mayor participación y transparencia en la planificación de estos proyectos.
Este escenario de contrastes no es nuevo en la historia económica chilena, pero la actual coyuntura pone en evidencia las tensiones inherentes a un modelo que busca crecimiento cuantitativo mientras enfrenta demandas crecientes por calidad, equidad y sustentabilidad.
“El verdadero desafío no es solo crecer, sino que ese crecimiento sea inclusivo y sostenible”, resume el economista Rodrigo Salazar, quien destaca que la institucionalidad y la confianza, valoradas por el gobierno, deben traducirse en políticas públicas que aborden las desigualdades y los impactos sociales y ambientales.
Los datos oficiales confirman que Chile mantiene un crecimiento económico positivo, con señales de recuperación y modernización, especialmente en sectores tecnológicos. Sin embargo, este crecimiento convive con disparidades regionales, críticas sobre la calidad del empleo y cuestionamientos ambientales que no pueden soslayarse.
La narrativa oficial y las voces críticas ofrecen un contrapunto necesario: el crecimiento económico no es un fin en sí mismo, sino un medio para mejorar la vida de las personas. La verdadera prueba estará en cómo se gestionan estas tensiones y en la capacidad del país para construir un desarrollo más justo y sostenible en los próximos años.
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Fuentes consultadas: Informe de Política Monetaria del Banco Central (2025), declaraciones presidenciales de Gabriel Boric (junio 2025), análisis de economistas independientes y reportes de organizaciones sociales y ambientalistas regionales.
2025-11-05
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