
Engie Energía Chile ha protagonizado en 2025 una historia de contrastes y desafíos, donde las cifras financieras positivas conviven con las complejidades propias de una transición energética en marcha y las tensiones regulatorias y comerciales de un mercado en transformación.Al 30 de junio de 2025, la compañía reportó una utilidad neta atribuible a sus controladores de US$185,5 millones, un aumento del 23% respecto al mismo periodo del año anterior, impulsado por un mejor desempeño operacional y la compensación parcial recibida en el arbitraje contra Total Energies.
El aumento en utilidades se explica en buena medida por un EBITDA que alcanzó US$361,6 millones en el primer semestre, un 23% más que en 2024, y por el reconocimiento de US$32,7 millones recibidos de Total Energies tras el fallo arbitral que condenó a la empresa francesa por incumplimiento en el suministro de gas natural licuado (GNL) durante 2023 y parte de 2024.Este arbitraje, resuelto por la Cámara de Comercio Internacional, ordenó a Total pagar US$101,2 millones en compensaciones, aunque Engie advierte que este fallo podría ser recurrido en la Corte de Apelaciones de París.
"El tribunal arbitral dictaminó que Total incumplió sus obligaciones contractuales, afectando nuestra capacidad de generación y generando costos adicionales", explicó Engie en su reporte a la CMF.
Paralelamente a la gestión financiera, Engie ha acelerado su plan de descarbonización con inversiones que alcanzan los US$174 millones en proyectos como el sistema de almacenamiento de energía BESS Lile, ubicado en el Complejo Térmico de Mejillones.Este proyecto, con una capacidad instalada de 140 MW y almacenamiento de 802 MWh, busca transformar infraestructura originalmente pensada para generación a carbón en un activo de energía limpia, con entrada en operación prevista para el segundo semestre de 2026.
El cierre de las unidades I y II del Complejo Térmico de Mejillones está programado para diciembre de 2025, y se prevé el cese de operaciones de otras centrales a carbón para 2026, consolidando un giro hacia una matriz energética más sostenible."No solo estamos cerrando centrales a carbón, sino también dando un nuevo uso a su infraestructura con proyectos innovadores que maximizan el potencial renovable en el SEN", afirmó Juan Villavicencio, CEO de Engie Chile.
Este año también ha sido testigo de cambios significativos en la cúpula ejecutiva de Engie Chile, con la llegada de un nuevo CEO y CFO, reflejo de una estrategia del Grupo Engie para consolidar la transformación y fortalecer la ofensiva comercial.El nuevo liderazgo enfrenta el desafío de firmar contratos de abastecimiento con grandes clientes, en un contexto donde las ventas al segmento libre han mostrado contracción y se avecinan vencimientos de contratos relevantes con mineras como Chuquicamata y El Abra.
"Hemos reactivado el trabajo comercial y nuestro foco es balancear el portafolio de generación con la estrategia comercial", señaló Villavicencio.
Un aspecto crítico que Engie ha puesto en la mesa es la necesidad urgente de reforzar el rol de la transmisión eléctrica, con una regulación clara que permita inversiones a largo plazo.Pascal Renaud, presidente del directorio, enfatizó que la seguridad jurídica y la claridad regulatoria son esenciales para sostener inversiones que se proyectan a 20 años, en un sistema cada vez más dependiente de fuentes renovables y almacenamiento.
Desde sectores políticos y sociales, las opiniones sobre la transición energética y el papel de empresas como Engie se dividen. Algunos actores valoran el avance hacia energías limpias y la reconversión de infraestructura, mientras que otros critican la lentitud en el cierre definitivo de centrales a carbón y la dependencia aún significativa del gas natural.
Por otro lado, expertos en regulación advierten que la falta de una política clara y estable para la transmisión puede poner en riesgo la estabilidad del sistema eléctrico nacional, afectando tanto a generadores como a consumidores.
Engie Chile transita un momento clave en su historia: las ganancias crecientes y el triunfo legal frente a Total Energies han dado un respiro financiero, pero la verdadera prueba está en la capacidad de concretar una transición energética que sea rentable, sostenible y socialmente aceptada.
El éxito del plan de descarbonización dependerá no solo de la inversión en proyectos renovables y almacenamiento, sino también de la capacidad para gestionar la incertidumbre regulatoria y los desafíos comerciales que trae un mercado en evolución.
En definitiva, Engie se encuentra en el epicentro de un coliseo donde se enfrentan la urgencia climática, la rentabilidad empresarial y las expectativas sociales, con el público expectante ante cada movimiento que definirá el futuro energético de Chile.