Irán enfrenta crisis hídrica en Teherán: racionamiento y posible evacuación en un escenario de tensiones internacionales

Irán enfrenta crisis hídrica en Teherán: racionamiento y posible evacuación en un escenario de tensiones internacionales
Internacional
América Latina
2025-11-25
Fuentes
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- Racionamiento severo de agua en Teherán ante escasez persistente.

- Amenaza de evacuación masiva si no llegan lluvias antes de fin de año.

- Contexto de alta tensión regional con Estados Unidos e Israel, que agrava la crisis social y política.

En los últimos meses, la capital iraní, Teherán, ha emergido no solo como epicentro de una crisis hídrica sin precedentes, sino también como un escenario donde las tensiones geopolíticas y la gestión local del desastre convergen en un drama de proporciones crecientes.

Desde principios de noviembre de 2025, el gobierno iraní anunció un plan de cortes controlados y periódicos del suministro de agua en Teherán, ciudad que alberga a más de 10 millones de habitantes. La medida busca contener el desperdicio y enfrentar la alarmante disminución de los recursos hídricos, agravada por años de sequías y un patrón climático que no muestra señales de alivio.

El presidente Masud Pezeshkian advirtió con crudeza: 'Incluso si la racionamos y sigue sin llover para entonces, nos quedaremos sin agua y tendremos que evacuar Teherán'. Esta declaración, recogida por medios internacionales como DW, ha generado una ola de incertidumbre y temor entre la población, que ya sufre las molestias de cortes nocturnos y restricciones crecientes.

Desde la perspectiva gubernamental, el racionamiento es una medida necesaria para evitar un colapso total del sistema. Abbas Aliabadi, ministro de Energía, sostuvo que 'esto evitará el desperdicio, aunque cause algunas molestias'. Sin embargo, la población y expertos en recursos hídricos expresan escepticismo sobre la capacidad del Estado para gestionar la crisis sin un plan integral que incluya infraestructura, educación y cooperación regional.

En el plano social, las voces se dividen. Sectores urbanos y vulnerables temen que el racionamiento profundice desigualdades, afectando más a quienes ya tienen acceso limitado al agua potable. Por otro lado, grupos ambientalistas y académicos instan a considerar la crisis como una consecuencia directa del cambio climático y la mala gestión de recursos, exigiendo políticas públicas sostenibles a largo plazo.

Este escenario de crisis hídrica en Teherán se desarrolla en paralelo a una escalada de tensiones internacionales en Medio Oriente. En junio de este año, Irán preparó misiles y equipos militares ante la posibilidad de una intervención directa de Estados Unidos en el conflicto con Israel, lo que elevó la alerta máxima en bases militares de la región y tensó aún más la situación interna del país.

El contexto de conflicto y sanciones internacionales ha limitado la capacidad de Irán para acceder a tecnologías y financiamiento que podrían mitigar la crisis hídrica. Además, la presión externa dificulta la cooperación regional en materia de gestión del agua, un recurso transfronterizo que requiere acuerdos multilaterales.

Desde Estados Unidos e Israel, la mirada es de desconfianza hacia Teherán, acusando al régimen de priorizar su programa nuclear sobre las necesidades básicas de su población. Sin embargo, analistas independientes advierten que la crisis hídrica podría desestabilizar aún más a una nación ya tensionada, con consecuencias imprevisibles para la seguridad regional.

En suma, la crisis del agua en Teherán no es solo un problema ambiental o técnico, sino un síntoma de un entramado complejo donde la política interna, la geopolítica y el cambio climático se entrelazan. La amenaza de evacuación masiva pone en evidencia que las soluciones inmediatas son insuficientes y que el futuro de la ciudad y sus habitantes dependerá de una respuesta integral y coordinada.

Finalmente, la verdad incontrovertible es que sin lluvias y sin un cambio profundo en las políticas de gestión de recursos, la capital iraní se enfrenta a un destino incierto. Las consecuencias sociales, económicas y políticas de esta crisis ya comienzan a sentirse y exigirán a los actores nacionales e internacionales una reflexión profunda y acciones concretas para evitar una tragedia mayor.