
En medio de un contexto global marcado por la urgencia ambiental y la eficiencia operativa, Ecolab, la empresa estadounidense especializada en servicios de agua, higiene y prevención de infecciones, anunció planes para duplicar su facturación en Chile, alcanzando los 300 millones de dólares hacia 2027. Este movimiento no es casualidad: Chile es considerado por la compañía como el "mercado estrella de América Latina".
El origen de esta apuesta radica en la consolidación del país como un referente regional en estándares industriales y ambientales. Luis Felipe Carrillo, vicepresidente para América Latina, destaca que "las discusiones y exigencias que se ven en Chile son propias de países desarrollados". Este reconocimiento se traduce en un terreno fértil para soluciones que optimizan el uso del agua y reducen costos operacionales, especialmente en minería y forestal, dos sectores que representan cerca del 50% del negocio actual.
El camino recorrido por Ecolab en Chile, con presencia desde 1978 y una planta productiva en Lampa desde 2018, ha sido testimonio de una evolución constante. En 2024, la empresa logró reducir el consumo de 5,35 millones de metros cúbicos de agua entre sus clientes industriales, un dato que refleja la creciente conciencia y exigencia por la sostenibilidad.
Pero no todo es consenso ni un camino sin obstáculos. Desde una perspectiva crítica, algunos expertos señalan que la dependencia en industrias extractivas y tradicionales podría limitar la transformación hacia modelos más sostenibles y diversificados. Además, voces desde sectores ambientalistas advierten que la expansión de empresas globales puede generar tensiones en comunidades locales y en la gestión de recursos hídricos, especialmente en zonas vulnerables.
Por su parte, representantes de la salmonicultura y la vitivinicultura, sectores hacia donde Ecolab busca expandirse, muestran expectativas mixtas. Mientras algunos valoran la innovación que trae la empresa, otros cuestionan la capacidad de adaptación a realidades locales y la presión sobre pequeños productores.
En el plano político y regulatorio, la apuesta de Ecolab coincide con un Chile que busca fortalecer normativas ambientales y de eficiencia, pero que aún enfrenta desafíos en fiscalización y equidad en el acceso a recursos.
Finalmente, la incursión en data centers marca una diversificación interesante, alineada con la creciente digitalización del país, aunque también plantea interrogantes sobre el impacto energético y la gestión ambiental de estas infraestructuras.
En conclusión, Ecolab se posiciona como un actor clave en el entramado productivo chileno, con un ambicioso plan de crecimiento que refleja tanto las oportunidades como las tensiones inherentes a la modernización y sostenibilidad del país. La historia que se despliega invita a observar con atención cómo se negocian intereses económicos, sociales y ambientales en un Chile que se mira a sí mismo como un referente regional, pero que aún debe resolver contradicciones profundas para avanzar hacia un desarrollo verdaderamente sostenible.
2025-11-08