Francia suspende la reforma de pensiones de Macron: un aplazamiento con ecos de crisis política

Francia suspende la reforma de pensiones de Macron: un aplazamiento con ecos de crisis política
Internacional
Europa
2025-11-25
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- Suspensión temporal de la reforma de pensiones hasta 2028

- División política profunda entre partidos y sindicatos

- Consecuencias para la estabilidad del gobierno y el futuro electoral

El Parlamento francés ha dado un giro inesperado al suspender la polémica reforma de pensiones aprobada en 2023, que buscaba elevar la edad legal de jubilación de 62 a 64 años. El 13 de noviembre de 2025, la Asamblea Nacional aprobó con 255 votos a favor, 146 en contra y varias abstenciones la suspensión de esta reforma hasta el 1 de enero de 2028, en medio de un acuerdo entre el primer ministro Se9bastien Lecornu y el Partido Socialista (PS) para evitar una moción de censura que podría haber derribado al gobierno. Este aplazamiento, aunque no implica una derogación definitiva, constituye la primera gran derrota política para Emmanuel Macron y su partido Renacimiento desde la aprobación forzada de la reforma en 2023.

Un gobierno acorralado y una oposición fragmentada

El contexto político que llevó a esta suspensión es una batalla de poder entre un Ejecutivo debilitado y una oposición fragmentada pero estratégica. Lecornu aceptó suspender la reforma para mantener la gobernabilidad y evitar elecciones anticipadas, anunciando que el Parlamento tendría la última palabra sobre el presupuesto y las reformas, renunciando a la aplicación del controvertido artículo 49.3 que permitía aprobar leyes sin mayoría absoluta.

Sin embargo, la oposición no está unida. Mientras el PS y agrupaciones como Los Verdes y la Agrupación Nacional (ultraderecha) apoyaron la suspensión, La Francia Insumisa y el Partido Comunista la rechazaron, calificándola de "engaño" y mero retraso. Esta división refleja la complejidad del debate social y político en torno a las pensiones en Francia, donde sindicatos, partidos y ciudadanos están polarizados.

Voces desde la calle y el Parlamento

Los trabajadores próximos a jubilar expresan sentimientos encontrados. Gilles Beauchamp, empleado de fábrica, valoró el aplazamiento como un alivio personal, mientras que Frédéric Mau, líder sindical en construcción, lo consideró insuficiente frente al desgaste físico de su oficio. En el Parlamento, figuras como Olivier Faure (PS) celebraron la suspensión como una victoria simbólica contra el macronismo, aunque lamentaron la falta de unidad en la izquierda. Por otro lado, Bruno Retailleau, ministro del Interior y miembro de Los Republicanos, denunció la medida como una "capitulación irresponsable" que sacrifica el futuro de las nuevas generaciones.

Consecuencias y desafíos futuros

La suspensión congela la edad legal de jubilación en 62 años y 9 meses para quienes nacieron entre 1964 y 1965, beneficiando a esa generación con condiciones más favorables que las previstas inicialmente. Sin embargo, la reforma se reanudará en 2028, dejando en manos del próximo presidente la decisión sobre su continuidad o modificación.

El Senado, dominado por la derecha, ha expresado su intención de restablecer la reforma, lo que augura un nuevo capítulo de confrontación política. Además, la medida implica un desafío fiscal, pues el aplazamiento podría agravar el déficit proyectado para 2035.

En términos sociales, la suspensión alivió temporalmente la tensión en las calles, pero no resolvió el debate estructural sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones en un país con una población envejecida y un sistema de reparto que enfrenta desequilibrios crecientes.

Reflexión final

La suspensión de la reforma de pensiones en Francia es mucho más que un simple aplazamiento técnico. Representa una batalla política en la que el gobierno de Macron ha debido ceder ante la presión social y parlamentaria, evidenciando la fragilidad de su proyecto reformista y la complejidad de conciliar intereses diversos en un sistema democrático.

Este episodio deja en claro que las reformas estructurales, especialmente las que afectan derechos sociales sensibles, requieren no solo argumentos técnicos sino también un amplio consenso político y social. En ausencia de ello, las decisiones terminan postergándose, generando incertidumbre y desgaste político.

Para Chile y otros países que observan este proceso, la experiencia francesa es una advertencia: la reforma previsional no es solo un ejercicio técnico o económico, sino un campo de batalla político donde la legitimidad y la comunicación con los ciudadanos son tan cruciales como las cifras.

Fuentes consultadas incluyen reportes de EL PAÍS, La Tercera, Diario Financiero y declaraciones públicas de actores políticos y sindicales franceses.